WANYA EN LA ISLA DE LEMNOS A Wanya le parecía que entraba en un mundo de ensueño. Un mundo donde no había cabida para los hombres. A las afueras de la ciudad amurallada había dejado a su príncipe esperándola. Ella se fue metiendo poco a poco en aquel espacio que le maravilló desde el primer momento. LEER MÁS>
¡Creo que dentro de poco mi vida va a cambiar totalmente! El comportamiento de Hind lo está dejando claro. ¿Qué porvenir me depara la vida? Es que me van a casar y mis hijos tendrán a un hombre a quien llamar papá. Es lo que he deseado desde que han nacido; para que sean como el resto de los niños. LEER MÁS>
Él es callado, introvertido, y a menudo busca el silencio. Yo, soy así, me excita exhibirme en público y ponerle en aprietos. A él le encanta refugiarse en la tenue luz de una lámpara encendida. Adora escribir sentado y dudar del secreto de las palabras. LEER MÁS>
Lo cierto es que las mujeres ya habían celebrado su fiesta cuando acompañaron a la parturienta al hammam. Allí en el baño, en la más entera libertad, sin tapujos, y sin tabúes, comieron, rieron, bailaron, cantaron, se contaron chismes e historias vecinales, (algunas muy subidas de tono). LEER MÁS>
Trabaron lazos de amistad con familias larachenses musulmanas y judías que al cerciorarse de que aquellos frailes no venían a hacer proselitismo sino a predicar con las obras haciendo el bien por doquier, se apresuraban a invitarles a sus casas, sabiendo por demás que no comían sino de las limosnas (...). LEER MÁS>
Eructó. Una fina sonrisa se esbozo en sus labios, mientras iba llenado el crucigrama de un periódico. Recordó la reacción violenta de su maestro de francés cuando oía aquella erupción del estomago:”Couchon!” y se ponía rojo como un remolacha. (Tiene razón…la erección es el peto de la boca). LEER MÁS>
Tendida bajo las marchitas rosas de la alborada, la niña de fuego cubre de caricias las cloacas que riegan sus acequias de llanto y de encanto. La rosa de los vientos torna su blancura en cuna de tormentos, blasfemando sobre el letargo de sus sueños vespertinos. LEER MÁS>
Por haber nacido cerca de las olas de la mar que te baña siento orgullo, por haber oído el rugir de las olas marinas de tu mar de Río Martín repicar tu nombre siento orgullo. Por ser de ti, Tetuán del alma, siento orgullo. Por respirar el aire de los pocos pinos que aún abrazan el sol en el Dersa siento orgullo. LEER MÁS>
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