LOS SESENTA Y OCHOS
Además del 68 francés hubo otros. En México, en ese mismo año, hubo movilizaciones. Los estudiantes fueron masacrados… Tal era la violencia, que se llegó a pensar que las fuerzas del “orden”, de pronto, se sintieron como si hubiesen sido poseídos por las almas de los sangrientos tzitzimimes, los “héroes” del crepúsculo encargados de acabar con el Quinto Sol. ¡Eran tan crueles que se sintieron identificados con los que eran sus ídolos, se pensaba…!
¿¡O eso decía el gobierno para lavarse las manos…?!
DE REINOS Y REPÚBLICAS
Éranse, hace mucho tiempo, unos reinos tan poderosos, tan poderosos que reinaron sobre varias repúblicas. Éstas surgían, amenazaban, proclamaban independencia y luego desaparecían, mientras los reinos seguían allí, inamovibles, yaciendo sobre su peculiar historia, moldeando su peculiar presente. Primeras repúblicas, repúblicas étnicas, repúblicas rojas, repúblicas históricas como la república corsaria de Salé. ¡Mientras los reinos seguían allí! Muchas veces dándose la espalda y otras tendiéndose la mano mutuamente. A veces incluso para crear repúblicas en uno de los reinos con gentes llegadas del otro, como en el caso de la última república citada con población procedente del famoso pueblo morisco de Hornachos. Pasado el tiempo (los siglos), y desaparecida la república, los dos reinos permiten magnánima y generosamente el hermanamiento de los dos pueblos-ciudades, de procedencia y
de destino, en memoria de aquel pueblo y tiempo compartidos (que no eran los únicos), en memoria de aquella república hija nacida de los dos reinos.²
CANTO GENERAL Y LOS AÑOS DE PLOMO
Iba leyendo El fugitivo en aquella temible y larga encrucijada, cuyos tambores todavía resuenan en nuestra memoria. Iba inmerso en aquellos pasajes y acontecimientos…, en aquellos años que anunciaban ya su fin –“sin” saberlo nosotros–, cuando una voz ronca, en aquella frontera de la vergüenza (salida de un mundo y entrada en otro), me ordenó con aplomo: “–Enséñame el libro”; y yo viendo pasar delante de mis ojos un caudal vertiginoso de imágenes, sin mediar palabra, le tendí Canto General al policía, y él leyó: “Bablo Niruda”, luego comentó con desprecio, rebosante de una oscura y tremenda ignorancia: “¡Ah sbeliunía, hák, hák!” (¡Ah español, toma, toma!). Y yo pensando: “Si llega a saber de qué trata el libro, seguro que me premia, cuando menos con una bofetada, si no es con arrestarme y abrirme un expediente…”
Pasaron dos décadas de aquel entonces y todavía sigo sumido en mi desconcierto. Desconozco si el policía aquel me perseguía a mí, o era uno de los agentes de Videla que había errado el camino persiguiendo todavía a Neruda…!
DE LUCIOS Y PÉTALOS & PODER
En los años de plomo más duros, en una gran plaza del extenso país, un meydúb³ gritaba ofreciendo pétalos de rosa a los transeúntes: −¡Coged, oh, inconscientes, para recuperar vuestra conciencia, si en algún momento la habéis tenido! ¡Tomad estos pétalos! ¡Son el remedio para recuperar vuestra condición de personas, si en algún momento lo habéis sido! Tomad ejemplo de Lucio; y de Isis, la diosa que de él se apiadó. ¡Pero la gente no entendía nada… y pasaba de largo!
Un tipo moreno azulado, con bigote frondoso y despeinado y gorra de visera larga, se para clavando los ojos en el meydúb. Y éste le interpeló: −Dile a los que te mandaron, que duerman tranquilos; ni el remedio de Isis vale aquí. ¡Que en éstos la condición de burro ha calado a lo más hondo, confinando la humana a lo más recóndito y obscuro de sus seres! ¡Ay!… ¡Ojalá fueran estos como Lucio!
EL SILENCIO DE JESÚS (EL QUINTERO)
A un loco, gran artífice de la comunicación salpicada de blancos .. de silencios .. de miradas…, le dicen:
−¡Es usted un gran maestro del silencio, Don Jesús! Y él, inmediatamente, en esta ocasión, sentencia:
−¡Después del silencio hay que saber qué decir…!
LA VIDA ES UN SONETO
El verdadero poeta es el que inspira…
(Paul Valery)
A la memoria de Don Manuel Machado,
auténtico autor de este reflecuento.
Cuenta Manuel Machado, al ritmo de once golpes, que la vida entera cabe en un soneto. Que apenas empezada, se queda atrás su primera etapa, como si de un descuido se tratara, consumada en el primer cuarteto. La sigue la juventud, que pretende dar con el secreto de la vida, pero con ella, que rauda va, éste pasa inadvertido. A nuestro ecuador llegamos de esta manera, que, creyéndonos maduros, malgastamos en el primer terceto. Que nos proyecta al segundo, última etapa de la tercera edad, donde con ilusoria experiencia y con el peso del fatal sino nos vemos en el ocaso. ¡A un paso del último viaje! Y ya lo damos, pronunciando el último verso que cierra el soneto. ¡Eso es todo! ¡Y ya nos vamos!
¡Sí, Don Manuel, la vida es un soneto!
¡Qué soneto es la vida!4