INVITACIÓN

Mustapha Busfeha García (Marruecos, España).

Trabaron lazos de amistad con familias larachenses musulmanas y judías que al cerciorarse de que aquellos frailes no venían a hacer proselitismo sino a predicar con las obras haciendo el bien por doquier, se apresuraban a invitarles a sus casas, sabiendo por demás que no comían sino de las limosnas que recibían de los cristianos y a veces empleaban ese dinero para socorrer a otros más necesitados. Por demás, los larachenses consideraban un honor el recibir en sus moradas a personajes que gozaban del respeto y la protección personal del sultán.

Un día llegando a la casa de una familia hebrea que les habían invitado a comer ,oyeron con deleite una dulcísima canción entonada en una lengua que no les era del todo desconocida, pero que contenía términos ignorados por ellos.

En la planta superior de la casa la mujer cantaba:

“Purim, Purim,Purim lanu
Baruj acher bahar banu
A Alkazar fuymos, duros ganimos
Y en la Kasba del Rey los perdimos
Purim,Purim ,Purim lanu
Baruj acher bahar banu”

Llamaron a la puerta, primero suavemente, luego al ver que nadie contestaba golpearon con algo más de fuerza.

– ¡Jakob! ¡Ferazmal! ¡Están dokeando! ¿La puerta está takfeada?
– ¡Ya oyí! ¡Wua, bacha! ¡Serán los seniores Padres!
– ¡Jacob! ¡Querido! ¡Están llamando! ¿La puerta está cerrada?
– ¡Ya oí! ¡Baja! ¡Serán los señores Padres!

Era una casa modesta pero limpia y adecentada. Jacob se ganaba la vida como sastre. Era un verdadero artista de la aguja y Larache entera conocía lo primoroso de sus bordados en oro y seda.

Tanto su familia como la de su mujer procedían de los judíos que huyeron de Castilla tras las matanzas provocadas por Enrique de Trastámara que para ganar adeptos a su causa enarboló la bandera antijudía en 1366.

– ¡Pasad! ¡Pasad! Señores Padres.
– ¡Que Dios bendiga cada rincón de esta casa! -pronunció Fray Germán al penetrar en la vivienda. ¡Paz en esta casa!!
– Esta es mi mujer Esther-dijo Jacob presentando a su mujer que bajaba de la planta superior de la casa.
-Espero que estaréis sanos y güenos-exclamó la mujer aproximándose a su marido.
-Disculpad que no estén nuestros hijos para recibiros, pero están en la tienda.

Hay una boda muy cercana y el tiempo nos aprieta para terminar todos los encargos que tenemos. Seguro que habréis oído hablar de ella, porque no se habla de otra cosa en Larache. Se casa un hijo de los Araichi; es una familia muy importante que manejan grandes negocios de lana junto a sus parientes de Granada, y son propietarios de pesquerías en toda esta región.

-Sí, los conocemos e incluso han tenido la deferencia de invitarnos a la boda, -respondió Fray José. Por cierto, a él, -señaló a Fray Germán- le podéis llamar Padre si así os gusta, pero a mí, solo llamadme hermano ya que no soy sacerdote.
Ante la mirada extrañada de la mujer, Fray José tuvo que explicar la diferencia entre un sacerdote y un hermano lego.
– Entonces, hermano, ¿bos podéis casar?
– Yo ya estoy casado-dijo el buen fraile.
– ¿Ah, ¿sí? -exclamo Esther.
-Sí, hace años que me casé con la Hermana Pobreza.

Esta vez le tocó al Padre Germán explicar todo.

– Permitidnos Señora Esther que os digamos que cantáis como los ángeles. Lo que no hemos entendido es algunas palabras del canto.
— Eso es la Haquetía. Es una lengua, bueno, mejor dicho, es una mezcla de lenguas que entre nosotros los judíos procedentes de Castilla e instalados en el Maghreb, hablamos. Contiene palabras castellanas, árabes, hebreas y algunas portuguesas, al mismo tiempo- aclaró Jacob.
– Es muy dulce, o al menos así nos lo parece. Insistimos en que cantáis deliciosamente Señora.
– ¡„Ya hasra! Stoy sharfa y hazina y no tengo jatar como en los años de zeman.
– ¡Cómo echo de menos el pasado! Estoy vieja y enferma y no tengo el gusto y la voluntad de los años pasados.
– ¡No digas eso Esther! Sabes que no es cierto.
– Sí lo es. Lo que pasa es que este Ferazmal mel´ok es un m´tuwar como él solo. Bos diré que le gusta mahlear hasta erutar, y me ´audea y ´audea cozzas bonitas para que le fesjee hajjitas sabrosas y diamantadas.
-Sí lo es. Lo que pasa es que este querido loco es astuto como él solo. Os diré que le gusta comer hasta eructar y me repite y repite cosas bonitas para que le prepare cositas sabrosas y exquisitas.

La mesa fue servida, y como comida principal Esther había preparado quizás, el plato más típico de Larache, “Chabel bel guernin “(Sábalo con tagarninas).
-Padre, si el comer en exceso no fuera pecado de gula, no me levantaría de la mesa. Jamás comí cosa igual. Que Dios me perdone por el atracón. Creo Padre, que en Larache hemos engordado y con eso, nuestra Santa Regla no debe estar muy de acuerdo.
-Tienes razón Fray José, pero estoy seguro de que el Señor no considerará como falta grave el que no despreciemos tan exquisito manjar preparado con tanto cariño por esta buena familia, sería una ofensa. Además, recuerda que la Regla no bulada de nuestra Orden dice en su Capítulo 14:

“Cuando los hermanos van por el mundo, nada lleven para el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón. Y en toda casa que entren, digan: Paz en esta casa. Y permaneciendo en la misma casa, coman y beban lo que haya en ella. No resistan al malvado, sino al que les pegue en una mejilla, vuélvanle también la otra. Y a quien les quite la capa, no le impidan que se lleve también la túnica. Den a todo el que les pida; y quien les quite sus cosas no se las reclamen. “

Admirados quedaron los hebreos al oír estas palabras.

-Perdonadnos Padre, pero no todos los sacerdotes son como vosotros. Por lo que decís y por lo que yo he visto desde que estáis en Larache, en nada os parecéis a aquellos curas de los que nos hablaban nuestros mayores, aquellos que en nombre de Cristo penetraban en las juderías de Castilla con la cruz , gritando y pidiendo matanzas de hebreos al populacho que les seguía. Ojalá que todos fueran como vosotros, si así fuera, aún estaríamos en nuestras casas.

Esther retiró el pescado y se dirigió hacia la cocina, desde allí volvieron a oírla cantar:

¡Yaa asmar! ¡ Yaa farrah al-ainain!
¿Ki potrá lebar al-gaiba?
¡Ya habibi!
¡Oh, moreno! ¡ Oh, el que alegra los ojos!
¿Quién podrá soportar la ausencia?
¡Oh,mi querido!

Ante el asombro de los dos frailes ,la mujer venía hacia la mesa portando una gran bandeja repleta de algo que parecían pastelillos de hojaldre.

Antes de que la mujer pudiera decir nada ,se adelantó Jacob:

– Este es un plato muy nuestro, casi es una exclusiva de los judíos de aquí , lo llaman: “Pastel de hoja de Larache”.
-¡Berajá se bos haga!- dijo Esther señalando al plato.
-¡Bendición se os haga! (Buen provecho)

Fray José tendió la mano, creyendo que se trataba de algún dulce; al morderlo se dio cuenta de su error ya que el hojaldre iba relleno de carne, y así se lo hizo saber a Fray Germán.

Ambos estaban ahítos, y así, de la forma más cortés, lo hicieron saber a sus anfitriones.

Alguien abrió la puerta de la calle. Era Rubén, el hijo primogénito del matrimonio.

-¡Mi güeno! ¿Viniste?
-Es mi hijo Rubén, padres -dijo el hebreo presentando a su hijo.- ¿Ocurre algo hijo?
-Sí ,Baba, el mal-logrado del shajen al que encomendimos los hilos de seda,no mos trajjo lo que le pidimos.¡Se le caiga el mazzal!
-¿Kualo dijiste? ¿Los hilos para los kfaten de la boda?
– Sí, Baba. ¿Y agüera?
– Güeno, no te ka ´arees.Ya selkearemos. Discués de la znoga, hadrearé con Larbi el jaiat y le mercaré el hilo.Habrá que shetrear porque querrá muchos chavos. ¿Y tu hermano? ¿En la tienda? ¿Wa por qué no lo sperates?
-Ven mi güeno, ven cabe mí, te trairí los sherbiles-dijo Esther
-Sí, Padre, el malogrado del gentil al que encomendamos los hilos de seda, no nos trajo lo que le pedimos. ¡Caiga su suerte!
-¿Qué dijiste? ¿Los hilos para los caftanes de la boda?
-Sí, Padre, ¿Y ahora?
-Bueno, no te irrites. Ya lo arreglaremos. Después de la sinagoga, hablaré con Larbi el sastre y le compraré el hilo. Habrá que regatear porque pedirá mucho dinero. ¿Y tu hermano? ¿En la tienda? ¿Y por qué no le esperaste?
-Ven, mi bien, ven a mi lado, te traeré las zapatillas.
– Puesto que no deseáis comer más permitidme que os sirva un vasito de una bebida nuestra, se llama “mahia” es un aguardiente de higos que os ayudará en cualquier malestar estomacal.
-Es como melizina, bos hanneará el alma -explicó a los dos frailes ,Rubén.
-Es como medicina, os relajará el alma.

Bebieron ,era distinta al orujo de Galicia, y al aguardiente de Rute, (Córdoba), pero, a pesar de su fuerza, la encontraron muy agradable de tomar.

Se despedían los franciscanos agradeciendo la hospitalidad de la familia, cuando apareció Esther con varios platos envueltos que ofreció a los franciscanos:

-Son fishuelas gher como salieron del forno. Dulse lo viváis .
-Son galletas recién salidas del horno. Que las disfrutéis.

Las aceptaron porque además de probarlas ellos, podrían repartirlas entre los necesitados.

MUSTAPHA BUSFEHA GARCÍA

(Larache, Marruecos, 1945).

Es licenciado en Ciencias Políticas (Especialidad relaciones internacionales y derecho diplomático por la Universidad Complutense de Madrid). Cursó estudios de Ciencias Sociales de la Iglesia en el Instituto Social León XIII de la Universidad Pontificia de Salamanca. Tras su vida laboral, transcurrida en su mayor parte en Marruecos, se asienta en Granada, de donde era originaria su madre, dedicándose a la escritura. Fue miembro de la extinguida “Asociación de Jornadas de Novela Histórica de Granada”. Fue miembro del comité de redacción de “Les Guides Bleus” Volumen “MAROC” Editorial Hachette (Paris). Autor de la novela histórica “La casa del cobertizo” (Editorial Alhulia, 2014), coautor de “Dolor tan fiero. Relatos para Teresa de Jesús”, Relato titulado “Edicto de gracia” (Editorial Port Royal, 2015) y autor de la novela histórica “Babuchas Negras” (Grupo Editorial Áltera, 2017). Autor de “Tres Sinfonías” (en vías de publicación).

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