Diplomacia cultural y convivencia: La necesidad de resucitar y meditar el modelo de al-Andalus

Sr. Moulay Ahmed El Gamoun

 (Universidad Mohamed I, Oujda, Marruecos)

  1. La diplomacia cultural como paso para aclarar los equívocos :

           Cuando a los etnólogos, antropológicos, lingüistas,… les resultaba difícil (y aprehender) los parentescos que existían entre diferentes pueblos y civilizaciones, porque se pierden en las tinieblas del tiempo, muchos acuden al mítico continente desapareado: la Atlántida. ¿Podemos contentarnos, tanto los magrebís como los latinoamericanos, de interpretaciones de esta índole, en que la mitología suplanta a la historia, para explicar nuestras relaciones que queremos fuertes y duraderas? Seria equivoco creer que las generaciones actuales, imbuidas de racionalismo y educadas dentro de la investigación científica, pudieran admitir tales infundadas especulaciones. De ahí cuando hablamos de la “Diplomacia Cultural”, como puente de comunicación entre los pueblos, urge la necesidad de saber cómo asentarlo sabré bases sólidas que resisten ante las embestidas del Tiempo y los avatares de la historia. Para alcanzar este objetivo, debemos contestar previamente a una serie de preguntas implícitas, pero esenciales, que nos impone la “Diplomacia Cultural”:

¿Nos conocemos mejor para proceder al asentamiento de aquellas bases?

¿Cuáles son las ideas e imágenes que llevamos coda uno del otro y que comparte con su imaginario colectivo?

¿Cuáles son sus fuentes directas e indirectas?

¿Qué grado de veracidad tienen en comparación con la realidad de cada uno?

¿Cuáles son los aspectos que predominan, las similitudes o las diferencias?

¿Cuáles son les cominos más idóneos para asimilar las similitudes y allanar las diferencias?

Y si resulta la “Cultura”, ¿Qué estatuto tiene dentro de las instituciones pedagógicas, académicas, e incluso políticas de cada país?  

En consecuencia, “la Diplomacia Cultural” para convertirse en un verdadero puente de comunicación y de comprensión entre los pueblos, debe liberarse de los engañosos espejismos de la mitología, los implacables “dirigismos” de la ideología y los insaciables intereses de la economía. Por ende, la “Diplomacia Cultural” debe aspirar a una nueva lectura objetiva y desinteresada de la historia.

                Conforme a esta perspectiva, y antes de adentrarme en el tema de mi comunicación, me complace preguntarme como invitado en esta generosa tierra de Chili: ¿Qué sabía de esta tierra, no solo como árabe, sino como hispanista marroquí? La verdad es que nuestras informaciones de América Latina en general nos provienen, como futuros hispanistas, de fuentes indirectas franceses y españolas. Las primeras son las francesas que constituyen los primeros manuales en que, como generaciones de los años sesenta, hemos tenido contacto con la lengua de Cervantes y los primeros textos e imágenes de América Latina. Imágenes que podemos calificar de “occidentalistas” paralelamente a las “orientalistas” en que se ha confinado al Mundo Árabe. Son imágenes, exóticas o reductoras que no traducen toda la riqueza cultural de este continente: gauchos embozados en sus ponchos, mujeres en indumentaria andina al pie de una catedral o vendiendo hierbajos en la plazoleta de algún pueblo, inabarcables extensiones paisajísticas de la Pampa o de la Patagonia frente a la majestuosidad de los Andes. Machu Picchu. Cóndores. Lamas. Iguanas… Imágenes para ilustrar textos en su mayoría sacados de la literatura indigenista y etnográfica. Estampas costumbristas exageradamente coloreadas.

              En cuanto a los textos que nos brindan los manuales del español de uso en Marruecos, sin salir de los arquetipos anteriores, prevalecen en ellos los textos que ensalzan la obra de los Conquistadores después de su llegada a las Indias. Un tono apoteósico de la fe católico dominaba la descripción de las culturas autóctonas presentadas como idolatrías o prácticas mágicas y supersticiosas que hace falta erradicar para salvar a aquellos pueblos que vivían al margen del “Mundo Civilizado”. Imágenes de iglesias y catedrales fruto del genio y la abnegación de los padres jesuitas: recogimiento y enajenación de los indios frente a la Cruz. Procesiones. Semanas santas. Ritos colectivos y ceremoniales de un sincretismo cultural que no llega a eclipsar la memoria local. Paralelamente a estos textos, escritos o visuales, estos manuales no olvidan de aludir a otra obra de los (Conquistadores/Exploradores) que consiste en la implantación del nuevo sistema de repartición y explotación de las tierras en función de las nuevas leyes instauradas por los virreyes enviados por la Corte a las Indias, ordenación de los espacios urbanísticos, creación de carreteras, escuelas y colegios, labor en que se han distinguido los padres dominicos y jesuitas también.

             Otra fuente, ahora directa que nos acerca al Mundo Latinoamericano y a su cultura como generación de los años setenta, son los limitados departamentos de hispánicas de aquel momento cuya misión era formar a jóvenes hispanistas. Aunque aquellos años correspondieron con el “boom” de la literatura latinoamericana (el Nobel de Miguel Ángel de Asturias, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y otros,…) nuestros hispanistas interesados por la cultura del continente suramericano no resistieron la tentación de literatura de “vanguardia” y de “militantismo” que era de moda, debido la peculiaridad histórica del momento. En consecuencia, la historia de América Latina se reduce para ellos en la lucha contra las dictaduras y el “imperialismo yanqui” personificada en figuras emblemáticas y carismáticas como Che Guevara, Salvador Allende, Camilo Torres, Víctor Jara, Nicolás Guillen… junto a los míticos mexicanos: Emiliano Zapata y Poncho Villa. La mayoría de nuestros primeros “americanistas” terminaron su carrera doctoral en Francia, porque la mayor parte del programa de nuestros Departamentos de Hispánicas se consagra a la cultura castellana debido al apoyo y colaboración de profesores españoles. Creemos que al esclarecer estos datos nos puedo ayudar a conocer por donde la Diplomacia Cultural puede empezar:

¿Cuáles son las prioridades de nuestro hispanismo marroquí para facilitar un mejor acercamiento y conocimiento entre nuestros pueblos?

¿Qué tipo de cooperación puede entablar con la Diplomacia Cultural para conseguir este objetico?    

  1. Al-Ándalus o la oportunidad perdida:

                  El celebérrimo historiador francés de las civilizaciones mediterráneas, Fernando Braudel, ha sugerido la idea de que no hay que fiarse en los datos que ofrece la “historia inmediata y cercana”, “la historia de corto plazo”, hay que conceder mayor interés a “la historia de largo plazo”. Es decir cuando las aguas cobran su aspecto manso y tranquilo y permiten ver las cosas de una manera muy clara. Antes de volver a esta idea, nos gustaría dejar constancia de una cosa que atañe a nuestra relación con el Mundo Hispánico: lo que se advierte en las fuentes indirectas y directas que hemos subrayado, tanto francesas como españolas, es que pasan en silencio, de una manera unánime, una de las etapas más gloriases que ha conocido el Mundo Hispánico de la época medieval. Al-Ándalus, con sus más de ocho siglos no puede resumirse en unos choques bélicos terminológicamente reducidos a “Conquista” y “Reconquista”, con todas sus connotaciones despectivas que lo eximen de toda su aportación humana y universal. Son fuentes que, desde un punto de vista de la alteridad, no hacen más que consagrar la superioridad del “yo”, como civilizado, frente al otro como bárbaro y salvaje.

             Sin embargo, al-Ándalus no era solamente un fugaz “erial histórico” caracterizado solo por el choque entre la Cruz y la Media Luna, como lo subrayo Juan Goytisolo en su ingenioso ensayo Crónicas Sarracinas, más bien vale la pena hablar de lo que un sociólogo marroquí, Abdelkebir Jattibí, califico de “fenómeno de al-Ándalus”. Fenómeno sin par en la historia universal rico de experiencias y lleno de enseñanzas: Es este fenómeno que ha conseguido transformar la Edad Media, calificada de “oscura”, “fanática” y “bárbara”, en una de las etapas más gloriosas en la historia del Mediterráneo. Es esta etapa que consiguió la unión entre el Oriente y el Occidente, entre Europa y África, entre el Mediterráneo y el Atlántico y entre el Atlántico y el Pacifico gracias a las emigraciones forzadas de los moriscos usados por los Conquistadores como energía propulsora de sus carabelas y mano de obra para la explotación de las nuevas tierras. Estos moriscos son los pioneros que han conseguido fraguar los primeros caminos culturales entre África, Europa y el “Nuevo Mundo”. Con su lengua, sus hábitos, ritos y creencias, unidos a las tradiciones locales en un tejer y destejer pacifico como clase dominada, ha contribuido a la creación de un sincretismo cultural de los más ricos y prolíficos de todo el continente americano.

            La cultura universal nos ofrece muchos modelos de caminos que han facilitado el contacto cultural entre las civilizaciones más apartados del Globo:

  • En el cielo: el camino de los Reyes Magos, de Santiago,…
  • En la tierra: de seda, de sal, de incienso,…
  • En el mar: el periplo de Hanon y de los moriscos,…

Es este cordón umbilical cultural, que nos unía desde la época medieval, que nuestra Diplomacia Cultural tenía que explorar y convertir en un puente de comunicación y de unión. Es incontestable que la historia de relaciones entre los pueblos comporta episodios dolorosos y, también, otros de armonía y de cooperación mutua que hace falta recordar a las generaciones futuras para educarlas en los valores del amor, de la tolerancia y de la convivencia. Son estas las enseñanzas que nos transmite la historia de al-Ándalus siempre que la examinamos con objetividad lejos de cualquier academismo reductor y parcial (cf. Las teorías de C.Sanchez Albornoz…), o cualquier “casticismo” infecundo y estéril. “Mudejarismo”, simbiosis, osmosis y pluralidad cultural sostenía Juan Goytisolo al referirse a la historia de al-Ándalus, resaltando así uno de los principales objetivos al que debe apuntar la “Diplomacia Cultural”. 

  1. Las Enseñanzas de al-Ándalus:

                   Uno de los destacados escritores españoles contemporáneos, vituperando la ignorancia que tienen sus compatriotas de una de la etapas más brillantes de su historia medieval, se exclamo: “los españoles, nunca fuimos al-Ándalus” para examinar con serenidad esta etapa de nuestra historia. Lo mismo podemos decir los árabes y los latinoamericanos: Al-Ándalus sigue siendo una especie de Atlántida cultural que enlaza nuestros continentes y que nos incumbe explorar para apreciar sus tesoros. Sería imposible enumerar todas las enseñanzas que nos brinda la historia de al-Ándalus, por eso contentémonos de algunos ejemplos entre los más ilustrativos:

  1. La tolerancia religiosa:

               Cuando el augusto príncipe andino el Inca Garcilaso desembarco en España para participar en las “Guerras de Granada” contra los moriscos alpujarreños, no se le escapo notar en sus crónicas, primero el valor con que aquellos moros montañeses defendían su tierra como la hicieron los suyos, los incas y también los araucanos, luego no se le paso subrayar el embeleso que le produjo la visita de la Mezquita de Córdoba este templo musulmán, construido apoyado a una iglesia, igual lo hizo el califa Omar, el 2° después del Profeta al entrar a Jerusalén. Este monumento ha sido un lugar de culto y un espacio animado por tertulias sobre temas de teología, astrología, ciencias, literatura…Es significativa al respecto la declaración del gran alfaquí y sabio de Córdoba, Ibn Hazm, en su famoso tratado de amor, el Collar de Paloma, diciendo que estaba un día en Almería en la tienda de un amigo judío docto en fisionomía y hablando de asuntos de teología paso un hombre frente a su tienda, que el judío califico de “enamorado”: Al cual contesto el musulmán “ ¿Cómo la sabias?”, “por el aire de enajenación que llevaba en la cara” respondió el Judío. En el espacio de una tienda, uno al lado del otro, judío y musulmán hablaban, discutían como dentro de su propia casa. Esto es al-Ándalus. Siempre dentro del Califato de Córdoba, cuando las huestes de Almanzor, en su expansión por el norte de la Península, dañaron una parte de la catedral de Santiago de Compostela y llegaron las noticias al Califa andalusí, este ordeno inmediatamente reparar los danos y castigar a los responsables. Mezquitas, iglesias, sinagogas constituyen un mismo espacio de culto digno de veneración y de respeto en los ojos de los monarcas andalusíes.

  • La pluralidad étnica:

El vocabulario andalusí es muy rico en lo que se refiere a los componentes étnicos de la sociedad: árabes, amazighies (bereberes), cristianos (conversos, almozárabes…), judíos, godos, germanos, sicilianos, africanos sahareños… un abigarrado y vivo mural que funciona en armonía gracias a una política abierta e integradora llevada a cabo por los monarcas andalusíes. La presencia de todas estas categorías étnicas en sus cortes, asumiendo cada una la tarea que se le ha asignado, es una ilustración de esta sensata política de admisión y de integración que ha contribuido a la riqueza cultural de la sociedad andalusí. Riqueza que se manifestó en la lengua, la literatura, el pensamiento, el arte, la música, la gastronomía, la indumentaria…, que se plasmó en una diplomacia cultural que traspaso los confines de la Península con los reinos cristianos durante la época de los taifas (desintegración de al-Ándalus) a otros países más lejanos. Prueba de ello la visita de una representativa delegación de la embajada bizantina a la corte del califato de Córdoba durante el reino de Abderrahman III.

  • La pluralidad Cultural:

Como consecuencia de esta política de convivencia entre diferentes etnias es el nacimiento de una sociedad cosmopolita, plural y culturalmente prolífica. Incluso en la etapa africana de al-Ándalus, durante las dinastías almorávide y almohade que algunos historiadores parciales califican de “bárbaras”, los grandes filósofos medievales como Averroes, Avempace, Ibn Tufail no se les puede mencionar sin evocar los nombres de sus compatriotas judíos como Ibn Naimum (Maimonedes) o Ibn Narguila. Con el inicio de la Reconquista algunos reyes cristianos, entre los más tolerantes, e imbuidos de la cultura andalusí, intuyeron el colapso que va acechando este cultura debido al crecimiento del fanatismo y de la intolerancia  e hicieron cuanto pudieran para inmortalizarla. Es el caso de Alfonso (el Sabio) que tuvo la genial idea de crear la Escuela de Traductores de Toledo, en que musulmanes, judíos y cristianos trabajaban codo a codo para traducir y preservar su rico patrimonio cultural. Es este patrimonio que ha constituido el abono fertilizador del Renacimiento Europeo, junto a las aportaciones helénicas y latinas; que ha conseguido asimilar en una sana y benéfica osmosis. Es el polen fecundador de este patrimonio cultural que las carabelas de los “Conquistadores” llevaron a las Indias que, unido a las culturas autóctonas, ha generado un sincretismo cultural entre los más fecundos del mundo que, ha conferido a América Latina su singular identidad. Estas vías de encuentro son las que la Diplomacia Cultural debe volver a restaurar.

  1. Rutas de la Diplomacia Cultural en la Literatura Hispánica Medieval:
  1. La Épica:

El estudioso de la historia de la Literatura Hispanoamericana, RAIMUNDO LAZO, formulo este juicio sobre el poema épico La Araucana de Alonso de Arcilla y Zúñiga (1533/1594): “Chile es el único de los pueblos modernos cuya fundación ha sido inmortalizada por un poema épico”. La mismo se puede decir del poema épico español El Cantar del mío Cid que, aunque ensalza las hazañas emprendidas por la Reconquista, como la toma de Valencia por el héroe del poema Rodrigo de Vivar, este sigue ostentando orgullosamente toda su herencia cultural andalusí que no se limita solo a su nombre árabe, como lo hicieron los araucanos con su propia cultura. La batalla contra los araucanos recuerda a su autor la batalla de Lepanto contra el turco, visión, como viene relatado en el poema, que le apareció en la cueva del mago Filón. La evocación de las dos batallas que, lejos de ser una victoria militar del conquistador son una victoria cultural del conquistado, nos revelan la poca distancia cultural que separa entre el Mediterráneo y el Pacifico. Pero contrariamente a lo que sucedió con los araucanos, el Cid que ha convivido con los musulmanes ha aprendido a hacer uso de la “Diplomacia Cultural” en el momento oportuno: al entrar a Valencia Rodrigo no intento cambiar los fueros, ni las creencias y hábitos de los moros que lo aclamaron como ciudadano conforme lo exige la ética de una sociedad plural y tolerante llamada: al- Ándalus.

  • En la narrativa:

Para no correr el riego de distorsionar la organización de esta presentación no parece demasiado enumerar todas las obras maestras de la cultura hispánica en que aparece de una manera directa o en filigrana la herencia cultural de al-Ándalus. Herencia que algunos autores se atreven a reclamar de una manera directa o astutamente indirecta e implícita como es el casa de Miguel de Cervantes. Nos parece una lectura incompleta y reductora abordar obras tan destacadas de la narrativa española, como la novela picaresca, la Celestina, la lozana andaluza, el Conde Lucanor, sin vincularlas con el legado cultural andalusí cuya influencia traspasa incluso la Generación del 27. Si pasamos solo de la Edad Media al Renacimiento, nos sorprenden las ingeniosas estratagemas que usa Cervantes para reclamar su herencia morisca y andalusí:

  1. El artificio literario: como el hecho de atribuir la 2° parte del Quijote al morisco Sidi Ahmed Bengeli.
  2. El discurso directo a través de uno de los personajes como el morisco Ricote que aboga por su vuelta a la tierra de sus antepasados
  3. El símbolo: que consiste en el casamiento de un cristiano con una mora después de su conversión. Lo religioso sirve como pretexto aparente para ocultar la reclamación de lo cultural.

Muchos son los rodeos que usa Cervantes para atacar el casticismo cultural impuesto por una sociedad teocrática e intransigente como la requiere la Contrarreforma.

  •  La poesía culta y popular:

Con poesía culta nos referimos aquí de la poesía mística en que se ha distinguido la literatura española dentro de la cultura europea. Intentar aprehender este fenómeno literario, desvinculándolo de su herencia andalusí no nos permite apreciar la calidad poética de los grandes místicos españoles como Santa Teresa de Jesús, Juan de Mena, San Juan de la Cruz…, incluso Sor Juana de Octavio Paz en el continente suramericana.

          En cuanto a la poesía popular que se nutre directamente del alma colectiva la herencia cultural andalusí es muy patente, tanto a nivel temático como estético, aunque con matices según los géneros. La impronta aparece más acentuada en los “romances fronterizos” y se va aflojando en “romances de ciegos” para cobrar más intensidad en “canciones de segadores”, las nanas infantiles hasta el “Cante Jondo” andaluz. Sería interesante en este aspecto establecer algunas comparaciones entre este tipo literario con el elemento popular en la poesía de Gabriela Mistral, especialmente las canciones infantiles, canciones de cuna y sus correspondientes en el folklor andaluz.

  • Marruecos como nexo entre el espacio cultural andalusí y América Latina:

             Debido a su ubicación geográfica como punto de encuentro entre el Mediterráneo y el Atlántico, entre Europa y África y entre el Oriente y el Occidente musulmanes, Marruecos se encuentra por destino vinculado a la historia de la Península Ibérica: todo lo que sucede en un lado tiene su inmediata repercusión en el otro. Del espacio marroquí partieron las huestes musulmanas que se expandieron por toda la Península, construyendo, enseñando, removiendo tierras incultas e instalando inimitables sistemas de regadío, creando así lo que se denomina “el Paraíso de al-Ándalus”. En Marruecos se establecieron sucesivamente las oleadas de los mariscos atracados por el avance de la Reconquista, llevando con ellos como sencillo, pero preciosa, ajuar sus hábitos, sus destrezas, su modo de vivir…, En compendio, su cultura que Marruecos supo preservar e integrar de tal modo que este legado andalusí se convirtiera en una de las principales facetas culturales constituyentes de la identidad nacional como lo reconoce la Constitución de 2011.

    Por otra parte no se debe olvidar esta realidad, que desde el descubrimiento de las Indias el espacio marroquí no solo ofrecía albergue a las carabelas de los Conquistadores, sino que les suministraba productos alimenticios, animales y voluntarios como galeotes alentados por el espíritu de la aventura y la tentación de la riqueza. Es de sobra mencionar aquí el caso muy conocido del marroquí Mustafa Ezzamuri bautizado “Estibanillo”. Son los primeros embajadores de nuestra cultura en las Américas sin preocupaciones diplomáticas, pero han conseguido establecer entre la Península Ibérica, Marruecos y América Latina un prometedor triangulo cultural de acercamiento y conocimiento por el Atlántico que se contrapone al aciago y mortal triangulo de Bermuda. Una de las prioridades de la “Diplomacia Cultural”, a nuestro juicio, es intentar recuperar y fructificar estos canales culturales de contacto directo que la historia de al-Ándalus nos ha legado y que, lamentablemente, la intolerancia, el fanatismo y los prejuicios iban sepultando.  

Conclusión

                Cuando yo, oriundo de un medio rural de las montañas del Atlas, leo poemas de Gabriela Mistral como “la maestra rural” o «la mujer estéril” (1959) a modo de ejemplos, no puedo evitar de maravillarme porque me brindan una realidad casi similar a mi realidad socio cultural. No solo son imágenes palpables para un marroquí sino para un campesino español de la Bética también. Es el campo andaluz con sus canciones, sus nanas, sus voces de al Ándalus que retumban por los Alpujarras, la Sierra Nevada, por los trigales de Najar y olivares de Jaén, que ha sugerido al poeta granadino Federico García Lorca la idea de la mujer estéril de su tragedia “Yerma”. Así se ve como en un sencillo poema de Gabriela Mistral se tocaban culturalmente las orillas del Mediterráneo y del Pacifico, y se comunicaban tres continentes Europa, África, y América. Esto es la enseñanza de al Ándalus y ¡que oferta para la Diplomacia Cultural!

     Seguramente este rencuentro con una memoria colectiva depende del grado de voluntades que ponemos para explorar y resucitar aquel substrato cultural común que echa sus raíces en el limo de al Ándalus y que pueda facilitar nuestro contacto directo. Si no, igual crecen los malos hierbajos, se instalarán los prejuicios y proliferarán las calumnias y cada uno de nosotros se encontraría condenado percibir al otro en función de la tergiversada imagen que lo ofrecen los prismáticos ajenos. Prueba de ello la imagen distorsionada que nos ofrece el insigne escritor argentino Sarmiento en su obra Facundo de los norteafricanos y árabes en general quien, en nombre de los valores de la Europa colonial del S.XIX califica de “barbarie”. No obstante si Sarmiento se hubiera liberado del encanto que ejerció sobre el la Francia pos napoleónico, habría encontrado en la Pampa y en las tradiciones gauchescas una enriquecedora continuación cultural de al-Ándalus en su amplia dimensión andaluza y norteafricana.

            Por último, terminamos con un ejemplo alentador que nos permite el contacto espontaneo y directo con la cultura del otro lejos de las imágenes arquetípicas y preconcebidas, que nos ilustra el poemario de la chilena María Ingrid Huet Rojas, publicado por el Centro Mohammed VI para el Dialogo de Civilización con el Título: Ingrid Superestrella (2014), y en que plasma sus impresiones del segundo viaje que hizo a Marruecos. Desde el primer poema nos da esta impresión donde se rompen y se funden las fronteras donde se atrinchera la alteridad y crece en solitarias el “ego”, alimentado muchas veces de ideas falaces y mentirosos, dice:

“A las puertas de Ceuta

Yo la indocumentada

La chilena marroquí

Me pongo babuchas

Y brazaletes de oro

En el ombligo una flor” (p.17)

Esta fusión entre los dos polos de la alteridad, chileno-marroquí, lo expreso nítidamente María Ingrid en su carta al incansable director del Centro, Ahmed Ait Belaid, presentando su poemario que dice:

  “inspirado en esa cultura que taco el máximo de mi sensibilidad. Fue tan hermoso convivir allí con su gente, con sus costumbres, con su religiosidad, con el ser humano…” (p.7)

No me parece que se le escapó a la insigne poeta, que la puerta por donde ha entrado a Marruecos, Ceuta, es una de las múltiples puertas culturales de al-Ándalus que unían las dos riberas del Mediterráneo y este con el Atlántico y, por ende, el Pacifico.       

BREVE BIBLIOGRAFIA

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