Entrevista a Salvador Peña[1]

Por: Sahar Ouafqa

  1. Como estudioso y difusor del legado literario árabe, ¿cree usted que existe una infrarrepresentación de la ciudad de Fez en los estudios de arabistas españoles, especialmente en comparación con Granada? ¿A qué podría atribuirse este desequilibrio?

Creo que hay una infrarrepresentación, sí, pero no solo de la ciudad de Fez, sino también de Marruecos, del Magreb, y de las sociedades árabes e islámicas en general. Aunque nunca se me ha ocurrido compararlo con la representación de Granada. Creo que en algunos casos está justificado que los españoles se ocupen de la Granada histórica, ya que forma parte de nuestra identidad y está más cerca que Fez u otras ciudades, como Damasco. De cualquier modo, es evidente que Fez es históricamente de mayor importancia que Granada. Por otra parte, Fez está unida al Ándalus desde hace muchos siglos.

Ahora bien, dependiendo del campo de interés, sí que ha habido un interés español por la Fez histórica. Personalmente, y aunque soy nacido en Granada, creo que he escrito más sobre la Fez de otros siglos que sobre Granada; sobre todo, cuando he trabajado sobre monedas antiguas. Este campo de estudio, el de las monedas, nos da una lección muy importante: durante muchos siglos, desde el siglo XI hasta el XV como mínimo, la península ibérica árabo-islámica y el Magreb formaron una unidad política y cultural. Y esto es algo que quizá algunas personas olvidan.

He de añadir, además, que he traducido del árabe a un autor muy vinculado a Fez, Abdelmajid Benjelloun, mientras que no he traducido a ningún autor árabe granadino de lengua árabe.   

  1. Desde su experiencia como profesor de lengua árabe, ¿diría que la tradición del arabismo español ha prestado suficiente atención a la dimensión lingüística viva y contemporánea del árabe magrebí, o ha permanecido más bien anclada en los textos andalusíes y orientales?

Con algunas excepciones, es cierto: el arabismo español no ha prestado la suficiente atención a la dáriya y a las manifestaciones culturales vivas y conexas. Pero también se debe a que en ocasiones las instituciones marroquíes oficiales no han prestado atención al interés de otros pueblos por el hecho lingüístico marroquí. Tengo una anécdota al respecto. Hace más de cuarenta años, después de graduarme en España (en árabe), asistí a un curso en Rabat, en la universidad, de árabe para extranjeros. Asistí al nivel superior y las clases eran magníficas. Sin embargo, cuando sugerí que debía haber también clases de árabe marroquí, los responsables me dijeron que no, que la lengua árabe fusha es suficiente para comunicarse en Marruecos. Tanto en este terreno como en otros, lo que nos falta es una colaboración continua entre las universidades y otras instituciones marroquíes y españolas.

  1. En su introducción al monográfico Sabios en al-Ándalus, usted destaca la importancia de recuperar figuras del saber andalusí. ¿Considera que esa recuperación debería ampliarse hacia los espacios de recepción y continuidad como Fez, donde muchos de esos sabios terminaron su vida o desarrollaron parte de su obra?

Por supuesto, en ningún caso debemos poner límites al saber histórico. Es un hecho que muchos andalusíes cruzaron el Estrecho, pasaron a Marruecos y se establecieron en Fez y otros lugares. Insisto en que hubo un espacio ibero-magrebí y es preciso tenerlo en cuenta. En un ámbito menos académico, ¿cómo olvidar a la orquesta de música andalusí de Fez, además de otras ciudades, como Tetuán, Chaouen, Oujda, etc.? Los vínculos han sido muy estrechos.

  1. ¿Podríamos decir que el arabismo español ha mantenido una relación más filológica que cultural con el mundo árabe, dejando de lado ciertas geografías como el Marruecos contemporáneo y ciudades como Fez, que han sido nodos de transmisión y conservación?

Pues en alguna medida, sí. Pero no siempre. Hay magníficas excepciones, como la labor que está realizando Gonzalo Fernández Parrilla con su libro Al sur de Tánger, cuyas continuas reediciones muestran que hay muchas personas españolas con un genuino interés en Marruecos. Aunque echamos de menos a Juan Goytisolo, más vinculado a Marrakech que a Fez, eso sí, cuya posición en los medios de comunicación y su prestigio literario aseguraban que lo marroquí tuviera audiencia en España.

  1. ¿Qué caminos considera usted más prometedores hoy en día para repensar el arabismo desde un enfoque más integrador y menos andalucéntrico o arqueológico? ¿Podría ser la traducción una vía para visibilizar otras voces y espacios como los de Fez?

Lo primero que habría que hacer es fomentar la enseñanza de la dáriya y promocionar todas las formas de cultura, desde lo académico a lo popular. La pintura, el cine, el pensamiento marroquíes siguen siendo poco conocidos en España. Por hablar de un campo específico, el rap de Marruecos apenas ha trascendido a España, a pesar de que hay figuras muy notables, como H-Kaine o Muslim o Draganov, aunque creo que ninguno de ellos es de Fez.

Por supuesto, la traducción sería una de las vías para que se le abriera la puerta a todas las manifestaciones escritas de Fez y otras ciudades marroquíes. El problema es quizá que no es fácil encontrar editoriales dispuestas a publicarlas. Pero insisto en que quienes tienen capacidad de influir a uno y otro lado del Estrecho deben colaborar para que esta situación comience a mejorar de manera clara.

De cualquier modo, la atención a lo andalusí y lo arqueológico o lo histórico no creo que sean los motivos de que la comunicación no sea tan fluida como debería ser.

Traductores del árabe al español hay, claro está, e interés por parte del público lector español también. Del alemán se tradujeron Las voces de Marrakech, de Elias Canetti, y Fez, ciudad del islam, de Titus Burckhardt, y del francés, el conjunto de la obra de Tahar Ben Jelloun. Esto significa que la curiosidad admirada y afectuosa está ahí. ¿Por qué, pues, no hay una vía abierta para que pasen del árabe al español cuanto producen de bueno las letras de Fez y de Marruecos en general? Es un buen motivo de reflexión.  


[1] Salvador Peña Martín (Granada, 1958), es profesor de lengua árabe y traducción en la Universidad de Málaga, también ejerció labores docentes en las universidades de Bagdad, Leeds, Granada, Tetuán y Castilla-La Mancha, entre otras. En 2017 recibió el Premio Nacional de Traducción de España por la versión al castellano de Mil y una noches (كتاب ألف ليلة وليلة), traducción que también recibió el Sheikh Hammad Award for Translation de Catar (2016) y el Premio de Traducción de la Sociedad Española de Estudios Árabes (2017).

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