Mehdi Mesmoudi
Nací en el Mediterráneo – Joan Manuel Serrat[1]
Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por donde quiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas.
Yo,
que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno,
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras,
tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino…
Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino,
Tengo alma de marinero…
¿Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo?
Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea.
Jugando con la marea
te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y que se quiere
que se conoce y se teme.
Ay…
si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo…
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista…
Cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo…
Justificación de la elección del poema
He elegido el poema “Nací en el Mediterráneo” de Joan Manuel Serrat (Barcelona, 27 de diciembre de 1943) en primer lugar porque soy hijo del Mediterráneo. Soy tangerino, y lo primero que ve uno de Tánger al despertar y lo último al irse a dormir es precisamente un mar que separa la Península Ibérica de la costa norafricana.
El Mediterráneo ha sido casi un mediador cultural entre el Norte de África y España incluso antes de 711 hasta nuestros días. Me refiero a las expediciones cartaginesas de Haníbal Barca ya que Sagunto era un enclave decisivo frente al poderío de Roma. Tampoco hay que olvidar el lugar del diálogo bélico entre la Cristiandad y el Gran Turco con la ayuda de los moriscos granadinos. Desde pequeño he crecido con esta canción y es lo primero que le enseña a uno cuando ha nacido cerca del Mediterráneo. También el Mediterráneo es la cuna de tantas desgracias y debacles puesto que numerosísimos emigrantes dejan sus vidas al atravesar el Estrecho cada vez que encuentran una oportunidad.
En segundo lugar porque es un poema que cumple con las características no sólo de un simple poema, sino de los excelentes y sobresalientes poemas. Son tres puntos básicos a los que aludo: Las imágenes, las ideas y el ritmo. Y este poema los tiene y con creces, además de la métrica clásica de la que dispone. Es por eso, que Serrat, desde mi punto de vista, se tiene que catalogar entre los mejores poetas españoles de todos los tiempos. Estos cantautores de la vieja escuela, Joaquín Sabina, Nino Bravo e Ismael Serrano (un joven cantautor), y el mismo Serrat han hecho uso de poemas y versos de Machado, Miguel Hernández y García Lorca: “Su obra tiene influencias de otros poetas, como Mario Benedetti, Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pablo Neruda o León Felipe entre otros (…)”[2]. Estos cantautores, entre ellos Joan Manuel Serrat, continúan con la poesía española del Siglo XX.
Joan Manuel Serrat, al igual que el poeta sudcaliforniano Raúl Antonio Cota, sigue escribiendo/cantando, mas no reta al mar, convive con él, es parte del Mediterráneo[3].
Análisis del poema
El poema es una serie de 6 estrofas de 8 versos interconectados de ocho (verso de arte menor, octosílabo) y nueve sílabas (verso de arte mayor, eneasílabo) con rimas asonante y consonante, abrazadas y cruzadas (1: abbccbdd) (2: abbccbdd) (3: aabcbcdd) (4: abbccbdd) (5: abbaabcc) (6: aabccbdd).
En la primera estrofa, el poeta emplea una prosopopeya (metáfora prolongada, alegoría podríamos afirmar también) a partir del uso de la sinécdoque generalizante al referirse a la niñez puesto que más bien es él, o él cuando estaba en la etapa de infancia el que jugaba escondido tras las cañas de la playa y no la niñez misma. También, se puede afirmar que se trata de una personificación ya que el verbo propiamente humano “jugar” no se puede aplicar a un proceso vital como es la niñez.
En los versos 4 y 5 de la primera estrofa, percibimos una doble aliteración; el sonido “m” en el cuarto verso y la vocal “u” en el quinto. Además, siguiendo en el mismo verso (el quinto), hay una simetría (“llevo tu luz y tu olor”) que consiste en la repetición de dos fragmentos similares. Tanto la aliteración como la simetría le otorgan a los versos un ritmo bastante musical que concuerda con la añoranza del poeta. Además, cabe recordar que la rima asimismo juega la misma labor rítmica entre los versos, en este caso entre las palabras “playa, cañas y vaya” y “amor y olor”. En el octavo y último verso de la primera estrofa, existe una gradación (“guardo amor, juegos y penas”.) que contribuye al baúl lírico del poeta donde se acumulan sus experiencias, vivencias y caminatas.
En la segunda estrofa, vislumbramos una inédita inclusión de un pronombre personal sujeto “yo” que curiosamente es como una hercúlea columnata sobre la cual se va a versar, erigir, las próximas tres estrofas y rima con “sabor”.
En el primer verso (sin contar el “yo”) hallamos un hipérbaton (“que en la piel tengo el sabor”) que le da al verso más belleza que se va a repetir también en el tercer verso (“que han vertido en ti cien pueblos”). Esta figura estilística consiste en el orden ilógico y adverso de la oración.
En el segundo verso, la hipérbole (“amargo del llanto eterno”) es el secreto de toda la estrofa. Este llanto no es cualquier llanto, es el sufrimiento y la amargura de los pueblos acumulados que empiezan desde Algeciras hasta Estambul. ¿Nos remite a la época en que españoles y otomanos guerreaban entre sí? Tal vez lo sea puesto que Estambul es la antigua Constantinopla y ésta era la capital de Bizancio y será a su vez la de los otomanos después de haber destruido el Imperio Romano Oriental en 1453. Continuando con esta hipérbole, este llanto eterno no sólo es la melancolía de estos pueblos, sino que el principal recaudador de esta infinita pena es la piel del poeta. El poeta atestiguó y hoy lo lanza al vacío, ¿al mar para que lo recoja/n de nuevo, lo recojamos como testigos y como legado? Puede ser.
En el octavo y último verso de la segunda estrofa, el poeta finaliza con un verso ontológico, sublime y descomunal (“tu alma es profunda y oscura”). Inmediatamente se percibe un intenso y cóncavo ritmo, en la finalización de las dos palabras “profunda” y “oscura” se detiene esta marea lírica, esta sístole espiritual. Las dos palabras mediante la rima interior hacen que el verso se contraiga y es el alma que resume toda esta estrofa y tal vez lo que llevamos hasta ahora del poema.
Mediante este verso, podemos atrevernos a conjeturar, con el riesgo de equivocarnos, que se trata de una mujer, o exactamente, de una sirena, una nereida que puebla las fuentes y los mares. Es la metáfora de lo femenino o, más bien, lo femenino como metáfora asociada a la poesía misma.
En la tercera estrofa, estamos ante un otro hipérbaton (“a tus atardeceres rojos/ se acostumbraron mis ojos”), una sinécdoque particularizante; es la persona en su plena facultad y su entera existencia la que se puede acostumbrar a las cosas y no una parte de nosotros, en este caso, los ojos. También, la rima consonante “rojos – ojos” son un adyacente más para el ritmo que venimos aludiendo. En el tercer verso, tenemos una comparación (“como el recodo al camino…”) que sirve para aumentar el grado de la imagen poética que nos traza aquí el poeta.
En el cuarto y sexto verso de la tercera estrofa vislumbramos respectivamente el uso de la metáfora además de la simetría (“Soy cantor, soy embustero”) y el empleo de la sinécdoque particularizante (“Tengo alma de marinero”) que nos da la idea de un poeta cuyo lugar/hogar es el mar. Esta inquietud se resuelve en los dos últimos versos de esta tercera estrofa. Al igual que Lázaro que nació en el Tormes, río que recorre la ciudad de Salamanca, el poeta nació en el interior del Mediterráneo. Por lo tanto, entre el poeta y el Mediterráneo habrá una serie de correspondencias, una conversación no usual que será sello y destino de este poema, una complicidad inconfesa.
En la cuarta estrofa, estamos ante una antítesis (“Y te acercas, y te vas”) que refleja la oposición en la acción pero en una estructura simétrica además del encabalgamiento “y te vas” que por lo regular tiene que ir en otro verso y no ser el término de uno y el comienzo del siguiente. Este encabalgamiento, este cabalgar se parece a la sístole y diástole del mar, el Mediterráneo, que con un zarpazo de marejadas roza y golpea las aldeas fronterizas como pueden ser Tarifa o la misma Tánger o Ceuta. Este acercarse y alejarse es el beso al que alude el poeta, formando una nueva personificación.
En el cuarto verso de la cuarta estrofa, nos topamos de nuevo ante una antítesis (“te vas, pensando en volver”) que prolonga el proceso de ida y regresión del mar. En el siguiente verso (el quinto), hallamos una comparación del mar con una mujer aromatizada, agregando un toque de afecto y pequeñez mediante una litote “perfumadita” que nos recuerda el uso literario de Juan Ramón Jiménez en Platero y yo. El poeta hace gala de su ternura y su delicadeza tan propia del caminar o el trotar (aprovechando el caso de Platero) del mar.
En los dos últimos versos, tenemos dos simetrías (“que se añora y que se quiere / que se conoce y se teme.”). En este último verso, tenemos al mismo tiempo una antítesis puesto que no se puede temer lo conocido, sino más bien, lo desconocido. Siempre hay un miedo humano ante lo oculto y lo misterioso. He ahí el secreto y la magia de este último verso, uno de los versos memorables de este gran poema. El mar en esta estrofa adquiere características, credenciales, de una mujer, una nereida. El mar es también la mar.
En la quinta estrofa, se resume la filosofía del poeta, la convicción espiritual ante la muerte y su fragilidad como el viento otoñal que empujará esta barquita al precipicio. Sin embargo, percibimos una especie de misterio en torno a la parca, el destino, ya que el hipérbaton empleado por el poeta lo relega (el destino) a un segundo plano, hasta el final de la oración, del verso en este caso. La paranomasia existente entre “parca” y “barca” hacen que se confundan y el destino esté sujeto a la barca que navegará al son de ese levante otoñal, dependiendo del temporal hasta el instante fatal en que las alas se dobleguen y naufraguen. Se respira un ansia de muerte, o más bien, una esperanza de retornar al mar, su origen-tumba.
En los dos últimos versos de esta quinta estrofa, se palpa el alma del poeta, el auténtico anhelo que es la paradójica (“Y a mí enterradme sin duelo”)voluntad de fenecer sin tristeza ni llanto de nadie. Como los versículos bíblico y coránico que rezan el retornar humano a la pólvora, a la ceniza; el poeta, en cambio, va a retornar al mar, a lo transparente, lo invisible, lo indivisible, al horizonte, al vacío, a la nada.
En la última estrofa, tenemos una comparación en los dos primeros versos (“En la ladera de un monte / más alto que el horizonte.”) y una elipsis en el sexto verso (“y amarillo a la genista…”) puesto que se sobreentiende que entre la conjunción copulativa “y” y el color “amarillo” está un verbo “daré” que está en el verso anterior.
En los últimos dos versos, que puede ser una especie de estribillo (parte de un poema o de una canción que se repite), tenemos un encabalgamiento (“Cerca del mar. Porque yo”) que hace que el último verso empiece justamente a mitad del verso anterior.
Brevísimas conclusiones
Después de realizar este breve recorrido de análisis, el poema es una larga y prolongada alegoría al Mediterráneo. En toda la obra resuenan ecos de este origen y destino de la voz lírica. El mar no sólo es un acuario mundial como afirmó Jacques Cousteau al referirse al Golfo de California. El mar, en este caso el Mediterráneo, es más que un simple puente, “calle del agua”, entre dos países vecinos e históricos. El mar son aquellas columnas de Hércules. El mar es el alma palpitante del poeta, su parpadeo lleno de luz, algas, sal y peces. ¡Ojalá que este texto sea una invitación a volver a este poema y una forma de evocar la voz de Joan Manuel Serrat!
Fuentes de consulta
Helena BERISTAIN, Guía para la lectura comentada de textos literarios. Parte I., México, 1977
Marta PIÑA, Gabriel ROVIRA y Dante SALGADO, Caligrafía de sal. Ensayos sobre literatura sudcaliforniana, La Paz, B. C. Sur: ISC y Praxis, 2007
T. Navarro TOMÁS, Arte del verso, México: Málaga, 1975
[1] Versión original: https://www.youtube.com/watch?v=Cx5ENAFTLZg. Versión remasterizada: https://www.youtube.com/watch?v=HMM0PCYWobw&t=29s.
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Joan_Manuel_Serrat (consultada el 27 de noviembre de 2011, a las 13:59)
[3] Dante Salgado en “Caligrafía de sal. Apuntes sobre Raúl Antonio Cota”, pp. 117-29 en Marta PIÑA, Gabriel ROVIRA y Dante SALGADO, Caligrafía de sal. Ensayos sobre literatura sudcaliforniana, La Paz, B, C, Sur: ISC y Praxis, 2007, p.129
[1] Un trabajo escolar realizado en diciembre de 2011 en la Universidad Autónoma de Baja California Sur, en la asignatura de Retórica y Métrica a cargo del Dr. Gabriel Rovira Vázquez. La presente versión ha sido ligeramente revisada.