Por José Sarria
Escritor, ensayista y crítico literario
Académico de la Real Academia de Córdoba
En el discurso de bienvenida del II Congreso Internacional de Hispanistas, celebrado en Nimega (Países Bajos) en el año 1967, Dámaso Alonso decía que el hispanismo es “una posición espiritual, una elección de lo hispánico como objeto de nuestro trabajo y también de nuestro entusiasmo, de nuestra ardiente devoción”. Con motivo del Protectorado español en Marruecos aflora un fenómeno de características singulares, cual es el hecho del surgimiento de un grupo de intelectuales marroquíes que optan, además del estudio de la lengua, literatura y cultura hispánica, por la utilización del castellano como lengua de expresión en sus escritos e investigaciones. El hispanismo que surge en los centros educativos y en las universidades, desde aquella época hasta el momento presente ha sido capaz, después de múltiples vicisitudes, de generar gran cantidad de textos que abarcan múltiples disciplinas: estudios históricos y lingüísticos, libros de viajes, ensayos literarios, traducciones y artículos periodísticos, todos ellos escritos directamente en castellano (sin traducción interpuesta), que lo sitúan en un nivel de madurez homologable al del resto de países hispanos. El nacimiento, desarrollo y consolidación del hispanismo en Marruecos es un hecho definitivo, constatado por la actividad plenamente implantada que se lleva a cabo en los Departamentos de Lengua y Literatura Españolas en las Universidades de Rabat (desde 1959), Fez (desde 1974), Tetuán (desde 1978), Casablanca (desde 1988) y Agadir (desde 1992). A ellos se une la red de centros docentes de la Consejería de Educación de la Embajada de España en Marruecos y el Instituto Cervantes, presente en las ciudades de Rabat, Casablanca, Fez, Tánger, Tetuán y Marrakech.
Pero junto a los hispanistas marroquíes existe un grupo de escritores o creadores que también han decidido desarrollar su obra creativa directamente en español y que han llegado a producir, desde los años 50 hasta la actualidad, una cantidad importante de textos creativos. Este fenómeno, inicialmente identificado como de “escritura marroquí de expresión en castellano” fue tímido en sus comienzos, a nivel de producción y publicación, siendo los años noventa los que han servido para manifestar el hecho incontestable de la existencia de esta neoliteratura fronteriza que un grupo de investigadores ha denominado, recientemente, como de Literatura Hispanomagrebí (Manuel Gahete, Abdellatif Limami, Ahmed M. Mgara, José Sarria y Aziz Tazi, Calle del Agua. Antología contemporánea de Literatura Hispanomnagrebí, Sial Ediciones, Madrid, 2008, pp. 29-32) generada en Marruecos por un grupo de autores que han venido manteniendo una inquebrantable fidelidad al castellano como lengua de creación, tal y como lo indicó Juan Goytisolo en el prólogo de Aproximación al sufismo, de Mohamed Chakor: “Tras la partida de su administración colonial, Madrid se ha desinteresado de las relaciones culturales con estos países y de la suerte de centenares de miles de hispanohablantes que, como los sefardíes de la diáspora, han mantenido una conmovedora fidelidad a nuestra lengua” (Juan Goytisolo, “Prólogo” en Mohamed Chakor, Aproximación al sufismo, Edit. Cálamo, Alicante, 1993).
Pero este no es un fenómeno aislado. Las lenguas o literaturas fronterizas se han venido desarrollando en otros escenarios geográficos, al producirse el sincretismo de culturas y de lenguas en lugares compartidos. Y este es el fenómeno que se produce en Marruecos, tras un largo periodo de historia común, y que detona con motivo del periodo del Protectorado llevado a cabo por España en la zona durante los años 1912-1956 y la posterior descolonización de la provincia española del Sahara (1936-1976).
1.2. Una aproximación al término de Literatura Hispanomagrebí
La profesora Selena Nobile ha señalado que la Literatura Hispanomagrebí es una literatura menor, siguiendo la teoría de Guilles Deleuze y Félix Guattari, en su obra Kafka. Por una literatura menor (México, 1978): “Una literatura menor no es una literatura de un idioma menor, sino la literatura que una minoría hace dentro de una lengua mayor” (Selena Nobile, La literatura hispano-marroquí. Un modelo mediterráneo posorientalista y posoccidentalista, Universitá del Salento (Italia), 2008, p.25).
Este es el caso de la literatura que determinados autores magrebíes (no solo marroquíes, sino argelinos, tunecinos y saharauis) hacen en castellano, al igual que ocurre con otras literaturas menores: la literatura inglesa de Irlanda de James Joyce o Samuel Beckett, la literatura inglesa de las Antillas, el alemán en la Praga de Franz Kafka, la literatura fronteriza mexicana escrita en inglés, la poesía hispanocamerunesa (Equinoccio, Edit. Puentepalo, Las Palmas, 2007), la poesía hispanosaharaui (Treinta y uno, Edic. Sombrerete, Universidad de Leeds, 2007) o la literatura hispanoguineana (Antología de Literatura de Guinea Ecuatorial, Sial Ediciones, Madrid, 2000), por poner solo algunos ejemplos ilustrativos. En el caso que nos ocupa, nos enfrentamos a una literatura española escrita en Marruecos en minoría frente a otras lenguas con las que comparte espacio: el árabe clásico, la dáriya –árabe marroquí-, la hasania –habla del Sahara-, el tamazight –rifeño-, la haquitía –judeoespañol mezclado con árabe- (descrito magistralmente en la obra del tangerino Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Naboni), el francés o el inglés.
Tal y como se ha señalado con anterioridad, después del proceso inicial llevado a cabo por los hispanistas marroquíes, serán los creadores: poetas, narradores y cuentistas, los que opten por generar su obra creativa vertiéndola directamente en la lengua de Cervantes. Desde los años 50, inicialmente de forma tímida, y a partir de la eclosión creadora de los años 90, los escritores marroquíes han venido a generar una literatura mestizada, transfronteriza, sincrética y enraizada en el marco de la mediterraneidad, habiendo creado personajes y situaciones que cruzan la frontera, dispuestos a dialogar (sin ninguna forma de subalteridad) con las literaturas de las otras orillas y con otras escrituras más remotas, produciéndose lo que Rodolfo Gil Grimanu denominaba como la “magrebidad” del español en autores que han interiorizado el castellano de tal manera que responde, plenamente, a sus planteamientos vitales y a sus inquietudes mentales, psicológicas o espirituales: “una escritura que, por hispánica, no deja de ser marroquí, de contenido árabe o arabizado, actual, inquieta, e incluso lingüísticamente dialéctica” (Rodolfo Gil Grimau, La Frontera Sur de al-Andalus, Tetuán-Asmir, Tetuán, 2002, p.127). El hispanista, el investigador marroquí, ha utilizado la lengua como un elemento circunstancial en el desempeño de su trabajo; sin embargo en los creadores marroquíes la lengua se transmuta en idioma propio, para alcanzar una simbiosis interior que convertirá a la lengua extranjera en canal de expresión personal, habiendo superado, con creces, el posible riesgo de aculturación, que se aprecia sobradamente en estos nuevos creadores magrebíes (poetas y narradores).
Así lo resume Alfonso de la Serna en el prólogo del libro Literatura marroquí en lengua castellana, de Mohamed Chakor y Sergio Macías: “Pensar plenamente en español no es para ellos un acto alienante sino la penetración en un territorio mental que es vecino, mas no sólo por la geografía o la circunstancia política, sino vecino en una larga vida de ocho siglos pasados juntos” (Mohamed Chakor y Sergio Macías, Literatura marroquí en lengua castellana, Editorial Magalia, Madrid, 1996).
Con las salvedades que cada caso requiere y tomando las precauciones precisas a la hora de hacer evaluaciones comparativas, podríamos decir que nos encontramos ante un fenómeno literario de similares características (aunque con siglos de distancia, tanto desde el punto de vista lingüístico como de creación literaria) al surgido, en su momento, en Hispanoamérica y del que fluye todo el caudal de la literatura hispanoamericana. Por su lado, la Literatura Hispanomagrebí se encuentra en sus albores, si bien ello no es obstáculo para identificar un movimiento literario incipiente con características diferenciadoras, configurando una corriente literaria española regional y original surgida en Marruecos, con motivo del Protectorado español, y que empieza a extenderse a otras zonas del Magreb (Argelia, Túnez y el Sahara), y que compartiendo tradición literaria e idioma (como elemento expresivo), es capaz de singularizarse respecto de la literatura peninsular, en tanto en cuanto es capaz de abrir novedosas vías creativas derivadas de su propia tradición literaria y social arabizada en la que se sustenta y en la que incardina su personalidad, fruto de su entorno sociocultural. De ahí el sincretismo y la “magrebidad” a la que alude Rodolfo Gil Grimau, a la hora de adjetivar a esta neoliteratura española que se regionaliza en el Magreb. Pero es necesario y preciso indicar, en este punto, que esta no es una literatura epigonal de la peninsular, sino que poseyendo señas de identidad propias, que le confieren carta de naturaleza, se eleva como una literatura independiente y singular, aunque española: el costumbrismo local y la iconografía regional, la hibridación árabe-española, al-Andalus como patria poética, la sensualidad de Oriente, la recuperación de la figura del loco sabio cervantino y de la nueva picaresca, la oralidad en sus textos, la moraleja como elemento fundamental de las creaciones artísticas, una literatura de la frontera de acentuado compromiso social y, lo fundamental, la utilización y recuperación de palabras que podrían haber desaparecido (procedentes del entorno social o geográfico del Magreb), reestableciendo un vocabulario que aportará nuevas posibilidades semánticas y que genera un enriquecimiento idiomático en los textos aportados, desde donde el español recupera nuevos horizontes no ya sólo por esta reconquista idiomática, sino por la utilización de neologismos y de extranjerismos incardinados en las obras de estos creadores: mtarbat, chilaba, faquih, sarawal, hamman, morabito, pastella, baraca, babucha, almuacín, zoco, alfaquí, cuscus, cadí, minarete, madrasa, malik, umma, aleya, cabileño, etc.
Es, por tanto, el de la existencia de una neoliteratura que denominada Literatura Hispanomagrebí (frente al término ya superado de literatura magrebí o marroquí de expresión en castellano) un fenómeno real, tangible, del que no cabe cuestionar su presencia en el ámbito cultural y literario. Tan es así que este fenómeno literario ha sido objeto de estudio universitario, habiéndose presentado la primera tesis doctoral (llevada a cabo por la Universidad de Salento, en Lecce, Italia), por parte de la doctora Selena Nobile, y que bajo el título de La literatura hispano-marroquí. Un modelo mediterráneo posorientalista y posoccidentalista, estudia, analiza y profundiza en obras y autores marroquíes de expresión castellana, dando carta de naturaleza (desde un punto de vista estrictamente académico y universitario) a este fenómeno literario. Igualmente, las Universidades de Sevilla y de Leeds (Inglaterra), de la mano de las estudiantes marroquíes Lamiae El Amrani y Nesrine El Akel, preparan en la actualidad sendas tesis acerca de este fenómeno literario. Igualmente diferentes Universidades de Marruecos y de Túnez han dedicado coloquios y seminarios al estudio e investigación de esta corriente literaria.
- LA LITERATURA HISPANOMAGREBÍ: UNA LITERATURA DE MARCADO COMPROMISO SOCIAL
La finalidad conceptual de la literatura ha sido, es y será, objeto de discusión y acalorados debates. El largo caudal de la tradición literaria española sitúa al creador y a su obra, de forma recurrente, ante la encrucijada de la utilidad frente al esteticismo, ya que el principio creador puede generarse, y de hecho se ha llevado a cabo por los diferentes escritores españoles de todas las épocas, desde una pura concepción esteticista (el arte ha de buscar la beldad, la belleza) o bien como herramienta con capacidad ilustradora para transformar al hombre, y con ello a la sociedad. La tradición literaria está repleta de múltiples posicionamientos en torno a estos dos grandes ejes que han movido, y conmovido, a la literatura española.
La Literatura Hispanomagrebí en cuanto corriente literaria española regional surgida en Marruecos con motivo del Protectorado español se posiciona, actualmente, hacia la vertiente o función social de la literatura, de manera mayoritaria. Si bien, al tratarse de una literatura muy joven (su recorrido no alcanza más allá del periodo que abarca a los últimos veinticinco años), sería poco riguroso establecer un análisis crítico definitorio de sus corrientes o estéticas más significativas, puesto que la toma de opciones creacionales obedece más bien a la necesidad naciente de dar respuestas inmediatas al entorno social conocido, antes que la toma de opciones por esta o aquella otra corriente estética.
No obstante lo anterior, sí que se pueden establecer algunos primeros análisis de la obra generada hasta el momento, en la que destacan dos diferentes líneas creativas o conceptuales: por un lado el abundante (y mayoritario) aspecto social que impera en los textos aportados, y de otro lado la necesidad de generar una literatura conceptualmente estética (muy minoritaria), en la que impera, sin una influencia concreta, el tratamiento del elemento amoroso-sexual con el que experimentan los más jóvenes creadores.
En el caso español peninsular, la denominada “poesía social” es aquella que generada tras la Guerra Civil, y desarrollada en el periodo 1950-1965, tras la marcha al exilio de los más ilustres escritores (Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas o Manuel Altolaguirre, entre otros muchos) va a denunciar las condiciones políticas y a reivindicar la libertad. Para ello, la palabra escrita, la obra del creador se pondrá al servicio de este elevado llamamiento. Los integrantes de este movimiento ven a la poesía como un instrumento para intentar cambiar el mundo, denunciar la realidad que les rodea y concienciar a sus lectores de la injusticia social. Gabriel Celaya, Blas de Otero o León Felipe generarán una poesía que ha tomado la decisión de la utilidad desde la palabra escrita. En esta línea creadora se enmarcan, en muchísimos casos, las literaturas emergentes, ya que suelen aflorar en contextos de grandes tensiones con deseos de cambio y mejora social, que conforman el marco ideal para que la presencia del elemento social aflore en los textos de los creadores.
En una primera aproximación de análisis de los textos de la Literatura Hispanomagrebí se observa cómo la función social es un elemento que destaca y sobresale, al ser el valor literario más desarrollado hasta el momento presente, de manera abrumadora, en la mayoría de las obras narrativas. La función social de los narradores marroquíes se fundamenta en la necesidad de transformar el entorno social, económico, religioso, etc. y en el compromiso adquirido, desde sus escritos (herederos de la tradición oral de la región, con un cambio que consideran necesario. Sirvan de claro ejemplo cualquiera de los textos de Mohamed Sibari, los relatos “Moras Pisoteadas” de Mohamed Lachiri de su libro Una tumbita en Sidi Embarek y otros cuentos ceutíes (p.133) o ”La ética de una mujer” de Larbi El-Harti (pag. 53 en Después de Tánger) o las novelas Aixa, el cielo de Pandora de Bouissef Rekab, Entre dos mundos de Mohamed Akalay o Grito primal de Said Jedidi. En todos ellos encontraremos una posición decidida de denuncia de aspectos sociales con los que el autor se conmueve y a los que ha decidido oponer la fuerza de la palabra: la lacra de la migración (tanto interior como exterior), la corrupción electoral, la discriminación de la mujer, la prostitución como medio de supervivencia, el choque intersocial, los pactos matrimoniales, etc.
Quizás por prudencia, en algunos casos, o por desconfianza, en otros, la denuncia social de los textos iniciáticos no se ha venido efectuando de forma directa por el escritor hispanomagrebí, adquiriendo relevancia y preponderancia la figura del loco cervantino, como personaje central de muchas de las novelas y textos, que se erige en protagonista de la demanda. Así lo ha expresado el profesor Abdellatif Limami: “La meditación filosófica, sobre todo en las primeras narraciones, ligada en la mayoría de los casos a las llagas que sufre el país predomina en estos relatos. Lo que no se podía decir de manera explícita en aquel entonces encontraba su lugar en lo metafórico o implícito. La locura, por ejemplo, se utiliza en estos relatos como una forma para desvelar la realidad. … Al final nos encontramos con la figura del loco que no hace más que expresar en voz alta lo que callamos o pensamos en un silencio mortal” (Abdellatif Limami, Calle del Agua. Antología contemporánea de Literatura Hispanomagrebí, SIAL Ediciones, Madrid, 2008, p.54).
La nómina de “locos-sabios” que hacen de voceros de la denuncia social es muy extensa (personajes arquetípicos serán El loco del cabo del relato “Zuleja o la historia del loco del cabo” de Mohamed Temsamani, Rahma, la mujer loca del relato “La proscrita” de Abdulltif Jatib, Siru, el loco protagonista de “Inquebrantables” e “Intramuros” de Bouissef Rekab, Sidi Alal Chupira de Mohamed Chakor, o Hayat la protagonista de “La mujer que se escapó de la muerte”), si bien, a medida que los años transcurren, las entregas más recientes ofrecen una perspectiva más directa y personal, adquiriendo el novelista o el poeta mayor protagonismo sin la necesidad de este tipo de apoyaturas o recursos literarios.
A pesar de esta clara y mayoritaria tendencia de la función social que se encuentra en muchos de los textos narrativos de la Literatura Hispanomagrebí, cabe decir que no se puede hablar de corriente o movimiento estético (más bien de una característica o denominador común), ya que no ha existido un periodo reflexivo que les llevase a tomar posición estética común, ni siquiera se podría hablar de intencionalidad o coordinación de posicionamiento entre los escritores para propiciar ese efecto, como sí ocurrió en España con la poesía social de los años 50 y 60, sino que el entorno, el contexto social, político, demográfico, económico, etc. ha influido de forma decisiva en la manera y modos de afrontar su discurso, existiendo por ello un paralelismo, una simetría, que encontraremos de forma continua en el resultado final de las narraciones o de los cuentos: la rebelión y la expresión de denuncia, con el fin último de propiciar una moralización social que propiciase el desarrollo de un entorno mejor y más justo.
En los poetas se observa (fundamentalmente en los textos aparecidos a partir de los años 90) un posicionamiento como actitud vital, sin arrastres, y ajena a una tradición que influya en la elaboración del discurso poético. El poeta decide ser elemento incardinado en una estética de denuncia clara, sin ambages, sin perífrasis. Es una “manifiesta función de registro del vivir o de lo vivido colectivo, así como del dominio identitario… La toma de la palabra poética es fundadora de libertad, de tal manera que se produce un constante rechazo al mutismo, al término conformista, al silencio” (Alberto Torés, “Prólogo” en Mezouar El Idrissi, Elegía para la espalda mojada, CEDMA, Málaga, 2005). El escritor marroquí (que se considera protagonista de su tiempo) decide por voluntad propia tomar sus herramientas escriturales y ponerlas a disposición de un discurso de denuncia clara y reivindicativo, en tres líneas concretas: la denuncia de la emigración ilegal y sus consecuencias (los padecimientos del viaje, el engaño al que se ve sometido el emigrante, la explotación allende la frontera, la muerte final, etc.), evidenciar el choque intercultural e interétnico y sus injustas consecuencias, y la filiación con la causa árabe.
Caso excepcional lo conforman los escritores saharauis quienes, debido a la excepcionalidad por la que atraviesa la zona del conflicto saharaui, han decidido con una clara vocación reivindicativa, tomar la voz y la palabra para hacer de la poesía instrumento. En el caso de los poetas (y en general de los escritores) saharauis sí que se podría hablar de un movimiento literario, en cuanto que existe reflexión y toma de conciencia, intencionalidad y coordinación de posicionamiento para ofrecer la palabra al servicio de una causa concreta llegando a estructurar, incluso, un grupo literario concreto y posicionado al efecto, como es la Generación de la Amistad.
El posicionamiento estético de los autores hispanomagrebíes ante la lacra social que supone la emigración clandestina e ilegal encuentra su referente más destacado en Abderrahman El Fathi, quien ha dedicado a este asunto la totalidad de dos de sus poemarios Abordaje (Consejería Educación Embajada de España en Rabat, 2000) y África en versos mojados (Universidad de Tetuán, 2002), además de continuas referencias en sus restantes textos, siendo este un elemento recurrente y de continuidad en su discurso poético. También Mezouar El Idrissi con su poemario Elegía para la espalda mojada ahonda en la estética de la poesía del compromiso, de la denuncia, ante la tragedia de la modernidad que se vive en los pasos fronterizos. Otros poetas, como Mohamed Chakor y Mohamed Sibari, han tratado este asunto, aunque de forma menos prolija que los anteriores, con poemas sueltos en algunos de sus textos (poemas Sur y Medias Lunas errantes de Mohamed Chakor o Pechos mojados de Mohamed Sibari).
Las injustas consecuencias del choque intercultural e interétnico han sabido ser captadas, traídas a primer plano y denunciadas por los poetas Aziz Tazi y Mo Toufali. Tazi lo hace de forma conjunta en la primera parte “Destino incierto” de su poemario Último aviso, mientras que Toufali nos ofrece los dolientes contrastes que se viven en los pasos fronterizos (en este caso de Melilla) para hacer con ello denuncia de las discriminaciones que vive una población musulmana asentada en un territorio propio, y a la vez extraño, en el que son tratados injustamente como ciudadanos de segunda. En sus libros Canciones y poesías I y II encontramos poemas como “Cosas de mi pueblo”, “Un vaso de té con hierbabuena”, “Mojamé”, “Duduh” o “Tarjeta Postal”, que son claros exponentes de una literatura instrumentada como denuncia ante las injusticias y que el poeta decide mostrar en incontestable posición reivindicativa.
Son tres los autores que han decidido escribir abiertamente y sin ambages acerca de la identidad árabe y con ello alinearse con la causa de quienes luchan a favor de aquellos hermanos musulmanes que son injustamente tratados: Abderrahman El Fathi, Mohamed Chakor y Mezouar El Idrissi. La rebeldía frente a la injusticia ha sido descrita magistralmente por Abderrahman El Fathi en este hermoso poema de su libro Desde la otra orilla: “Denuncio mi silencio / maldigo mi existencia / y el día que mis ojos te vieron. / Me consumo en tu ausencia / en tu marcha fúnebre / y yo impasible, roto. / Lloro y maldigo mi existencia / quemo mi ropa, / mi identidad árabe / y denuncio mi silencio”. De ahí nacen dos poemarios plenamente identitarios que se alinean con el sufrimiento y la causa árabe y palestina, tras los acontecimientos del año 2003 con la invasión de Irak por las tropas estadounidense (El cielo herido, 2003) y los ataques a Ramallah (Primavera en Ramallah y Bagdad, 2003). Por su parte Mohamed Chakor en su poemario Latidos del Sur ha dedicado uno de sus apartados completos (bajo el título de “Epicedio”) a la denuncia clara y abierta de la situación de injusticia existente en Tierra Santa, Irak, Guantánamo, Beirut o el resto de África. Igualmente el poeta tetuaní Mezouar El Idrissi ha dedicado en su poemario Elegía para la espalda mojada dos de sus poemas al dirigente palestino Marwan El Barguti, desarrollando toda una iconografía de claro posicionamiento ético y estético, haciendo causa suya el estado de situación por el que pasa actualmente Palestina.
No debemos de olvidarnos, en este momento, del escritor tunecino Mohamed Doggui, que se encuentra viviendo los acontecimientos más recientes de su país y que desembocaron en diciembre de 2010 en la Revolución de los Jazmines. A esta causa, el escritor ha ofrecido su literatura, habiendo dado un número considerable de poemas y de escritos de todo tipo de carácter social, en favor de las libertades, que si bien han visto la luz en publicaciones universitarias y periodísticas, no se pueden obtener aún en libros impresos.