Por Ouafqa Sahar
- En sus trabajos sobre los almorávides, los almohades y el destino de Averroes, Fez aparece como un espacio de tránsito y de acogida, casi como una prolongación natural de Al-Ándalus. ¿Cree usted que la historiografía española ha subestimado el papel de Fez en la continuidad de la civilización andalusí más allá del Estrecho?
No, sinceramente, no lo creo; si hay una ciudad de Marruecos que sea amada en España, sobre todo por quienes conocemos su historia y sabemos de su papel de receptora del acervo cultural andalusí, esa es Fez. Quizá el español medio, que no conozca a fondo la Historia de al-Ándalus, pueda inclinarse más y por criterios turísticos hacia Marrakech, pero la historiografía española valora a Fez y reconoce su papel jugado en atesorar buena parte del legado andalusí en costumbres populares, artesanía, música y poesía, así como en conocimientos albergados en sus madrasas. Quienes amamos a al-Ándalus, amamos a Fez, nos encanta visitarla, reconocer sus olores, respirar allí, porque nos sentimos como si volviéramos a pisar al-Ándalus.
- En “Savia española en la población de Fez” recupera con minuciosidad la llegada de los desterrados cordobeses del arrabal de Shaqunda. ¿Podríamos decir que en ese momento se produce una suerte de “refundación” simbólica de Córdoba en tierra magrebí? ¿Qué dimensión emocional y política tiene, a su juicio, ese episodio en la memoria común hispano-marroquí?
Sin ninguna duda, para los cordobeses del arrabal de Shaqunda, aquellas entre siete u ocho mil familias desterradas de Córdoba que se acogieron a la recién fundada ciudad de Fez (que eran buena parte del total de 22.000 familias que se cree fueron las exiliadas en aquella ocasión), era primordial hacer de aquel suelo que las acogía su nueva Córdoba. Lo habían perdido todo; el emir al-Haqem I desterró a todos los habitantes del arrabal —musulmanes y mozárabes— sin permitirles sacar de allí nada más que lo que pudieran cargar sus brazos y espaldas. Pero, probablemente, la pérdida que más lamentaran aquellos proscritos fuera la de su arrabal, su ciudad y su país. Porque se ha demostrado en todos los destierros masivos de hispanos, ya fueran musulmanes o no, así en los posteriores destierros de andalusíes y de moriscos, como en los de los judíos sefardíes o en el más actual de la guerra civil del siglo XX, que, donde quiera que fueran, trataban de recrear su ciudad y su patria perdida. Y para ello, no solo tenían que recrear las condiciones físicas del país añorado, sino también el espíritu que animaba la vida andalusí, aquella suma que constituía su propia identidad y que no radica únicamente en la religión, ni en el solar. Esto ha podido verificarse en todas las tierras de acogida de andalusíes —tanto musulmanes, como cristianos o judíos sefardíes— que se asentaban en los nuevos territorios o ciudades refugio manteniéndose unidos como pueblo y creando una comunidad con su identidad claramente diferenciada del resto del país de acogida. Sucedió en Fez, en Chefchauen y diversos puntos de Marruecos, en Orán, clarísimamente en Túnez, en Alejandría, en Creta, etc. Como bien se apunta en esta pregunta, puede hablarse pues de una “refundación simbólica de Córdoba en Fez”, y es por ello que, al no abandonar nunca sus costumbres, su cultura, su espíritu colectivo, su identidad, terminaron por influir en las tierras de acogida y marcaron con su impronta al país que los amparaba. La dimensión emocional originada por estos hechos es enorme en todos aquellos que los conocemos en profundidad, pero puede ser inexistente, por desgracia, en todos aquellos que los desconocen o que, conociéndolos, se niegan a asumirlos. La dimensión política entre ambos países —Marruecos y España— debiera ser la de dos naciones que poseen esa “savia compartida” a la que hace alusión mi artículo antes mencionado. Por tanto, ambos debieran sentirse siempre obligados a entenderse.
- En su narrativa histórica, Fez no aparece como decorado, sino como organismo vivo, con su río, sus talleres y sus habitantes. ¿Considera que la literatura —a diferencia de la filología o de la historia institucional del arabismo— permite rescatar mejor la textura humana de esa relación entre Al-Ándalus y el Magreb?
Yo no me atrevería a decir que la literatura, la narrativa, la novela pueda transmitir más HISTORIA que la historiografía, que el arabismo y que las fuentes o crónicas directas, no con más verdad, pero sí que, sin faltar a esa verdad histórica, puede humanizarla y hacerla más cercana y comprensible para el lector medio no especializado. Puede por tanto la literatura contribuir a la difusión de la relación entre al-Ándalus y el Magreb, como de cualquier otro ámbito histórico, sin dejar por ello de haberse documentado exhaustivamente en las fuentes historiográficas originales.
- En sus páginas sobre Averroes menciona que algunas fuentes sitúan su muerte en Fez y otras en Marrakech, aunque pudo desarrollar su actividad entre ambas ciudades. Más allá del dato histórico, ¿qué lectura simbólica le merece a usted esa oscilación entre dos espacios tan emblemáticos? ¿Podemos entender en esa ambigüedad una metáfora del tránsito —físico e intelectual— del pensamiento andalusí hacia el Magreb?
No hay que perder de vista que Averroes, el genial filósofo, médico, astrónomo, etc., nuestro más querido y admirado sabio integral cordobés, no se hallaba en Marrakech por su gusto, sino que fue desterrado por la autoridad almohade debido a razones ideológicas, en especial religiosas, ya que en sus escritos siempre trató de conciliar fe y razón. Pero Averroes siempre fue musulmán, y un buen musulmán que no desentonó ni escandalizó entre sus conciudadanos andalusíes porque vivió y se expresó siempre según era entendido y vivido el Islam en al-Ándalus; los andalusíes practicaban la ortodoxia sunní, y de una manera tolerante, inclusiva, respetando las creencias de las comunidades cristiana y judía, conviviendo con dichas comunidades o, al menos, coexistiendo. Y fue esa tolerancia la que hizo grande a al-Ándalus, pues dio lugar a una circulación de saberes que facilitó la expansión, hizo imprescindibles las Escuelas de Traductores de Córdoba, Toledo, y más tarde de otros lugares; si al-Ándalus llegó a influir en Europa y provocó el Renacimiento europeo, fue precisamente por todo esto. Sin embargo, los movimientos almorávide y almohade defendían una visión del Islam diferente a la andalusí, muy extremada y rigurosa, nada inclusiva —con los almohades, los cristianos y judíos andalusíes hubieron de abandonar el país— y hasta sabios como Averroes les resultaban sospechosos y fueron castigados. Si a este filósofo cordobés le hubieran dado a elegir el lugar de su destierro, sin duda habría elegido Fez, que conservaría más del espíritu andalusí, y no Marrakech, sede del poder almohade tan alejado de dicho espíritu. Para entender al musulmán de al-Ándalus hay que saber que para ellos no todo era religión en la vida de un ser humano, que el peso de lo cultural, de lo étnico, lo social, lo histórico y la identidad nacional era también determinante. Para ellos, pertenecer a una misma religión no suponía pertenecer a una misma nacionalidad, por lo que almorávides y almohades, cuando irrumpieron en la península sin ser llamados, fueron tenidos en al-Ándalus por invasores. Hay una gran diferencia entre los cuatro primeros siglos de al-Ándalus y los cuatro últimos: el verdadero espíritu de al-Ándalus es el de los cuatro primeros siglos. Respecto a la muerte de Averroes, es más comúnmente aceptado que murió en Marrakech y que en su funeral fue públicamente denigrado por el imán de la mezquita que presidió sus exequias (esto está documentado por desgracia). Pero más tarde su cuerpo pudo regresar a Córdoba para ser enterrado en la tumba familiar.
- El arabismo español ha tendido a mirar hacia Oriente (Damasco, Bagdad, El Cairo), pero raramente hacia el Magreb. ¿A qué atribuye usted ese desequilibrio de perspectiva? ¿Responde a una herencia eurocentrista o a una cierta incomodidad ante el espejo marroquí?
Pues no puedo estar de acuerdo con esta afirmación; la conexión por parte de los historiadores españoles con el Magreb es y ha sido constante, con archivos, con bibliotecas, con centros de estudios históricos comunes, así como entre profesionales a título personal. Recuerdo de mis visitas a Chauen el Centro de Estudios Andalusíes que allí radica, donde colaboran también especialistas de España, así como otras Instituciones en distintos puntos de Marruecos, sin olvidar la actividad del Instituto Cervantes, siempre abierto a todo tipo de colaboraciones. Desde España siempre se ha acudido a las fuentes originales donde quiera que se hallen. Personalmente, tengo muy reciente lo que me ha acaecido con una crónica arábiga que necesitaba para la documentación de mi última novela publicada, “El hijo converso de Jaime I”: Gracias a al-Maqqarĩ, se sabía de la existencia de una crónica arábiga contemporánea de la conquista de Mallorca por el reino de Aragón y su rey Jaime I (s. XIII d.C.), pero también se sabía que estaba desaparecida desde el siglo XVII. Se la daba por perdida; pero en 2015, iniciando mi fase de documentación para dicha novela, de pronto supe que esa crónica había aparecido al fin en 2001 en la ciudad de Tinduf (Argelia) y que había sido traducida al español por el arabista mallorquín Guillermo Roselló Bordoy (recientemente fallecido) y por Nicolau Roser Nebot, y publicada en 2009 por la Universidad de Islas Baleares. La crónica se titula “Kitãb Tãrĩh Mayũrqa” y su autor fue ibn Amĩra al-Mahzȗmĩ (1186-1260), un alfaquí andalusí de Alzira (Valencia), que es probable que se encontrara en la isla en el momento de la llegada del ejército cristiano —ibn al-Hattib afirma que al-Mahzȗmĩ vivió algunos años en Madina Mayȗrqa (actual Palma de Mallorca) y también lo menciona Álvaro Campaner—. Dicha crónica, reciente y felizmente recuperada en Tinduf, ha sido decisiva para mi trabajo y, lo que es más importante, su autor nos legó un trabajo de enorme relevancia histórica, aportando datos que complementan y aclaran los que daban las crónicas cristianas sobre estos hechos, ya que esta es la única crónica arábiga que existe sobre este suceso histórico. Fundamental, crucial y decisiva. Historiadores y estudiosos de la historia estamos siempre pendientes de cualquier aportación sobre al-Ándalus donde quiera que se encuentre.
- Fez, en sus textos, es una ciudad de mujeres: tejedoras, madres, guardianas de la vida cotidiana, figuras apenas esbozadas en las crónicas. ¿Hasta qué punto su mirada de autora contribuye a feminizar el relato histórico, a devolverle la palabra a esas presencias silenciosas que han sostenido la transmisión cultural?
Igual que en Fez, en al-Ándalus también las mujeres eran decisivas, y no solo como madres, como guardianas y transmisoras de las tradiciones, como tejedoras, artesanas, etc. También como músicas, cantoras, poetas, copistas e iluminadoras en la industria del libro (la mayor parte de los copistas del barrio de los pergamineros de Córdoba eran mujeres), etc. Sin embargo, no creo que yo al novelar la Historia la feminice por ser yo una autora mujer. Lo que sí es muy cierto es que la novela histórica —tanto escrita por un hombre como por una mujer— humaniza la Historia, la hace más cercana y sus personajes dejan de ser de cartón piedra. Cuando la Historia se humaniza, las mujeres aparecen y ocupan su lugar, se hacen visibles y juegan su papel; es algo inevitable. La novela histórica convierte a la Historia en vida. En lo que a mí respecta, cuando afronto una novela histórica el rigor histórico está por encima de todo, los datos históricos documentados son respetados por mí al máximo y, en mis trabajos, las páginas de ficción nunca contradicen o alteran la verdad histórica, porque la ficción siempre debe estar al servicio de la Historia, y no al revés. En mis novelas, la ficción solo trata de explicar esas páginas inexplicadas de la Historia y de llenar de forma coherente las lagunas y vacíos de la Historia, que los hay.
- Su estilo combina documentación rigurosa y una escritura de gran densidad poética. ¿Cree que el arabismo necesita, hoy, una renovación de lenguaje, un modo de narrar que humanice el conocimiento y acerque el pasado a un público más amplio?
En buena medida, esta pregunta está respondida en la anterior; no obstante, añadiré que siempre se ha considerado más creíble y fiable el ensayo plagado de datos historiográficos, con numerosas referencias y notas al pie, etc. Pero yo siempre defiendo que una novela histórica puede ser tan fiable como un ensayo si su autor/a tiene verdadera voluntad de respetar la Historia, y el estilo literario puede ser tan respetuoso con ella como el de un ensayo, resultando sin embargo menos árido. El ensayo, por otra parte, también puede falsear la historia si hay voluntad de falsearla (de hecho, todos conocemos casos), y hasta el acta notarial más árida pueda estar plagada de falsedades si la voluntad de su autor ha sido mentir. El lenguaje narrativo, incluso la poesía, no están reñidos con la verdad. Además, no existe ninguna ley que prohíba que las novelas históricas incluyan al final algunas páginas complementarias de notas, datos historiográficos, glosarios, mapas y planos, bibliografía, etc., como yo proporciono en las mías.
- En el arabismo decimonónico español, Fez suele aparecer como una ciudad “residual” o “periférica”. ¿Qué le sugiere a usted esa omisión? ¿No cree que recuperar Fez como foco intelectual y espiritual del Occidente islámico podría reequilibrar nuestra comprensión de Al-Ándalus?
El siglo XIX español no fue precisamente el más objetivo ni el más enriquecedor en investigación histórica, salvo raras excepciones; y no solo en lo referente a Fez, sino también respecto a nuestra propia Historia. Si yo hubiera de definir ese siglo con una sola palabra, elegiría: “Conservador”. Quizá deba salvarse el “movimiento romántico” en su interés por todo lo árabe y musulmán, aunque a veces ofreció de todo ello una visión alejada de la realidad, a menudo idealizada y casi siempre superficial. Sin duda, Fez ya es considerada un foco intelectual y espiritual del occidente islámico, y una ciudad clave para el entendimiento de todo lo andalusí. Conocer Fez supone también para cualquier visitante acercarse a al-Ándalus.
- La huella andalusí sigue viva en la medina de Fez —en la arquitectura, los oficios, las melodías—. Desde su experiencia de investigadora y narradora, ¿cómo se puede contar esa memoria sin caer en el tópico nostálgico o en la idealización romántica?
Como puede deducirse por todo lo expuesto en mis respuestas anteriores, eso se puede conseguir simplemente con fidelidad a la verdad histórica; si añadimos, además, el narrar con el corazón, plenamente imbuidos en la vida de la ciudad, en su devenir diario, en su sentir, en sus raíces, en su palpitación… Sintiendo la ciudad hasta el fondo, dejándose penetrar y envolver por ella, sería la forma de escribirla con verdad.
- Por último, si tuviera que sintetizar en una imagen la presencia de Fez en su obra, ¿cuál sería? ¿Una ciudad refugio, una prolongación de Córdoba, o un espacio femenino de memoria y renacimiento?
Un poco de todo ello podría enriquecer esa imagen, pero yo la representaría como una mujer africana-andalusí que sostiene en sus manos un espejo que refleja la ciudad de Córdoba rodeada por las murallas de Fez.
CARMEN PANADERO DELGADO nació en Córdoba (España) en 1947. Estudió Profesorado de EGB (Magisterio, Escuela Normal de Ciudad Real) con oposición y durante algunos años ejerció la enseñanza en la escuela pública. Ingresó en la Facultad de Bellas Artes, Universidad Complutense de Madrid en 1984.
Como Pintora: 50 exposiciones entre individuales y colectivas. Obra en Museos y colecciones nacionales y extranjeras; representada con obra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).
Como ESCRITORA:
* Novela histórica:
— La Cruz y la Media Luna ( 2008).
— El Collar de Aljófar (2014).
— El Halcón de Bobastro (2015).
— La Estirpe del Arrabal I: Córdoba en el recuerdo (2015).
— La Estirpe del Arrabal II: Creta, el precio del olvido (2023).
— El hijo converso de Jaime I, (2023).
* Ensayo:
— (2015). Los Andaluces fundadores del Emirato de Creta.
— (2019). La Mujer en la Edad Media y otros 51 artículos de Historia y relatos de ficción histórica.
* Novelas de misterio y terror (novela fantástica):
— La Horca y el Péndulo (2017).
— Encrucijada. (2024).
— La muerte avisa (2024).
* Novela experimental:
― Nido de Escorpiones (2021).
* Parodia de Novela Histórica:
— Iberia Histérica (2018).
* Relatos históricos y de ficción:
― Maleficio y otros relatos (2025).
PREMIOS
– Ganadora del XV Premio Internacional de Narrativa «Princesa Galiana» del Ayuntamiento de Toledo (2017) por su novela “La Horca y el Péndulo”.
– Medalla de Oro 2018 del Círculo Intercultural Hispanoárabe (CIHAR) a la Investigación Histórica. Casa Árabe de Madrid, 2018.
– Finalista IX Premio Internacional de Literatura Experimental Sporting Club Russafa, Valencia 2020, por su obra “Nido de Escorpiones”.
– Ganadora del I Premio Internacional de Relato “Objetivo más letras”, de Letters People, 2021, por su relato “Maleficio”.
– Finalista y mención del jurado en el VII Premio Internacional Novelas Ejemplares-Facultad de Letras 2021, por su novela “Encrucijada”.
– Finalista en el XVIII Premio ONUBA de Novela, Huelva 2022, por su novela histórica “El Hijo Converso de Jaime I”.