Por Rym Ben Alaya
Faculté des Lettres, des Arts et des Humanités, Université la Manouba
«Nuestra razón, nuestra inteligencia, constantemente nos están probando que este mundo es atroz, motivo por el cual la razón es aniquiladora y conduce al escepticismo, al cinismo y finalmente a la aniquilación. Pero, por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y por eso la esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades.».
― Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas
RESUMEN:
El Túnel es la historia de un crimen pasional narrada por el propio asesino, Juan Pablo Castel, un pintor famoso que nos (los lectores) lleva a adentrarse en su psicología, en sus inquietudes y dudas, obsesiones y celos, delirios nocturnos, sueños oníricos y todo su mundo interior perturbado y ansiado que le sacude sin tregua hasta llevarle a matar a la única persona que amó verdaderamente con locura.
Los hilos de esta historia nos sumergen en una exploración profunda y oscura del subconsciente, del desgarramiento interior, de la soledad, de la incomunicación, del amor obsesivo y loco, del delirio nocturno, de la ensoñación, haciendo un estudio minucioso de las vicisitudes de la condición humana. Estos múltiples temas que acabamos de enumerar y que están abordados profundamente en la obra nos recuerdan inevitablemente los postulados del surrealismo francés promulgado por André Bretón.
Hay una unanimidad que sostiene el carácter surrealista de la novela Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato, sin embargo, no se desarrollaron muchos estudios críticos que demuestran y confirman la existencia (y la abundancia) de rasgos surrealistas en su obra El Túnel, y éste será precisamente el objetivo que deseamos alcanzar mediante el presente estudio. Nos proponemos, entonces indagar en el mundo inconsciente desequilibrado del protagonista-narrador, destacando las técnicas, los recursos y las fuertes influencias surrealistas empleados para subrayar los diferentes ejes presentes en la novela.
El objetivo principal que nos proponemos alcanzar a través de este estudio estriba en manifestar, los ecos surrealistas presentes en la novela El Túnel.
Palabras claves: Novela psicológica, Novela policial, Surrealismo, Literatura hispanoamericano, Literatura francesa, inconsciente, sueños, locura, Amor obsesivo, suicidio.
Pequeña reseña sobre la novela
«El Túnel» es una crónica de un asesino en la que se describe una historia turbulenta y caótica de amor y de muerte. En efecto, la novela comienza con la presentación del narrador en primera persona: Juan Pablo Castel, un famoso pintor, muy solitario, nos expone, desde el manicomio, el ambiente horroroso del crimen y nos irá dando sus motivos y sus justificaciones que le llevaron a matar a María Iribarne, el amor de su vida y la única persona con la que sintió una verdadera conexión. Con mucha maestría, Ernesto Sábato nos coloca en la mente inestable de un asesino, enloquecido por sus propios celos e inseguridades debido a la imposibilidad de comunicarse, de fusionarse alma y cuerpo con la única persona, que según su intuición, había llegado a comprenderle a través de su pintura.
Todo comienza en un salón de exposiciones, en el que Castel presenta su cuadro Maternidad. Allí, el pintor descubre a María contemplando la escena de la ventana, la única escena importante en todas sus obras y que desgraciadamente ha pasado desapercibida por la crítica. En este momento, Castel se obsesiona con María ya que cree haber encontrado a la única persona que podría comprenderle profundamente, pues ha sabido entrever el verdadero significado de su pintura.
Castel establece con ella una relación marcada por la inestabilidad emocional, y todo culmina cuando descubre que ella está casada con Allende, un hombre ciego. Este descubrimiento desata una gran obsesión coronada por una desconfianza sin límites. Cuanto más lo piensa, lo calcula, más se encuentra en un laberinto sin salida de posibilidades. Cada argumento filosófico y cada especulación sobre María, lo arrojan a un túnel sin salida. Castel somete a María a interrogatorios, la persigue en todos los lados y la controla sin tregua, ya que busca explicaciones a todos sus gestos, a todas sus palabras. Escapa de la oscuridad de la noche y prefiere aferrarse a la claridad de la razón. Pero, este camino le lleva a matar a la única mujer que le había comprendido de verdad. Pues, enloquecido por sus propios demonios, llega a la certeza de que María ha tenido y tiene una colección de amantes, y que él es solo un número dentro de una lista muy larga. Por ello, decide asesinarla. Con la razón, Juan Pablo Castel ha matado al Amor, a sí mismo, o sea, a la misma vida.
Gran atracción y vinculación al movimiento surrealista francés
En 1937, después de haberse doctorado en física, Ernesto Sábato viajo a París para hacer trabajos de investigación en el Laboratorio Curie. Su estancia en París le permitió beber de los ismos (los movimientos de vanguardia): el surrealismo y el existencialismo. Es en esta época cuando entró en contacto con los artistas surrealistas franceses y estuvo muy influenciado por este movimiento vanguardista. En el “Interrogatorio preliminar” de El escritor y sus fantasmas, Ernesto Sábato explica: «cuando comencé mis tareas con Irene Joliot, comprendí de pronto que todo eso no era más que una complicadísima evasión, y en el fondo una cobarde salida a mis auténticos problemas interiores. Empecé a vincularme con los surrealistas, particularmente con Oscar Domínguez, y de ese modo creo que se inició la etapa final (y más auténtica) de mi existencia. Supe entonces que mi paso por la ciencia había terminado para siempre» .
A su regreso a Buenos Aires, sufre una profunda crisis existencial que le llevó a abandonar sus estudios de ciencia y a dedicarse plenamente a la literatura y a la pintura. Hablando del escritor argentino Ernesto Sábato, Gerald J. LANGOWSKI escribe: «el surrealismo desempeñó un papel importante en su vida, proporcionándole una explicación para su espíritu caótico y dándole los temas y las técnicas que ha aplicado en su ficción» .
Este testimonio nos coge de las manos para hablar del movimiento surrealista que nació en Francia y se manifestó esencialmente en el periodo comprendido entre 1920-1940.
Como su nombre lo define, el surrealismo es un movimiento que promulga la existencia de otra realidad superior, más auténtica y más real que la misma realidad. Esta otra cara de la realidad está escondida detrás de la máscara de la realidad vigente, y alcanzable solamente si perforamos dentro de nosotros mismos (los mecanismos del inconsciente, los sueños, la locura, etc.).
En el Primer Manifiesto Surrealista, el fundador del movimiento surrealista francés André Breton define el movimiento surrealista con esas palabras elocuentes: «SURREALISMO: s.m. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar tanto verbalmente como por escrito o de cualquier otro modo el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, con exclusión de todo control ejercido por la razón y al margen de cualquier preocupación estética o moral» . U incluso:
«El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación que habían sido desestimadas, en la omnipotencia del sueño, en la actividad desinteresada del pensamiento. Tiende a provocar la ruina definitiva de todos los otros mecanismos psíquicos, y a suplantarlos en la solución de los principales problemas de la vida» .
A partir de estas definiciones, Bretón enumera los verdaderos instrumentos del conocimiento real del pensamiento: el inconsciente y la psicología (“los mecanismos psíquicos”), los sueños (“la omnipotencia del sueño”), la escritura automática (“el automatismo psíquico”). De modo que el largo orbe de la razón, de la cordura y de la mente consciente desciende a un segundo grado y adquiere menor importancia frente al mundo de los sueños y del inconsciente.
El eminente crítico literario Maurice Nadeau menciona los rasgos surrealistas designados por André Breton en el Primer Manifiesto: «Al surrealismo lo consideraron sus fundadores no como […] un medio para el conocimiento de regiones novedosas, que hasta el momento no habían sido sistemáticamente exploradas: el subconsciente, lo maravilloso, el sueño, la locura, los estados de alucinación. Si a esto se agrega lo fantástico y lo asombroso que existe en el mundo, tenemos, en una palabra, el reverso de la concepción lógica» .
En resumen, hay que partir siempre de la idea de que los surrealistas rechazaron la realidad vigente y buscaron encontrar la otra realidad de lo real, por eso sugirieron nuevas formas para entenderla y verla de otro modo: el inconsciente, los sueños y los delirios, lo maravilloso, la locura, imágenes chocantes e innovadoras, la escritura automática, el amor loco, entre otros.
En este punto, resulta interesante comentar que el supuesto surrealista del funcionamiento real del pensamiento que consiste en expresarse mediante un lenguaje no contaminado por la razón es aplicado y muy presente en la novela El Túnel. En efecto, el protagonista de la novela es un personaje calculador y paranoico, y es precisamente la razón que genera su destrucción gradual, incitándole a caminar en un camino espinoso, lleno de dudas e incertidumbres hasta empujarle a cometer el crimen.
Gerald J. LANGOWSKI asegura la existencia de ecos surrealistas en las obras de nuestro escritor argentino y afirma lo siguiente: «el surrealismo desempeñó un papel importante en su vida, proporcionándole una explicación para su espíritu caótico y dándole los temas y las técnicas que ha aplicado en su ficción» . En lo que sigue, veremos la plasmación y la aplicación de esos conceptos y rasgos surrealistas en la obra El Túnel de Ernesto Sábato.
Soledad y amor salvador
El amor ocupa un espacio importante dentro del pensamiento surrealista, ya que, la verdadera fuerza suprema y revolucionaria, según los surrealistas, es la pasión sentimental, la unión de lo físico con lo metafísico, unión corporal y espiritual. Bretón dota al amor la misma importancia nuclear concedida a la revolución, dado que, para él, el amor es la única fuerza capaz de reconciliar a todos los hombres con la vida . Para los surrealistas, el amor sublime tiene que ser loco, libre, liberador, revolucionario e inmortal.
Ahora bien, para poder entender el amor obsesivo y trágico de Juan Pablo Castel, es menester retroceder para examinar la realidad vigente del pintor. Castel vive dentro de una sociedad que no le parece en nada y a la que resume en dos palabras “vanidad” y “soberbia”. Quizás por ser artista, se siente ajeno y diferente al resto de la secta y se ve atormentado por su extrema sensibilidad. Dice: «La experiencia me ha demostrado que lo que a mí me parece claro y evidente casi nunca lo es para el resto de mis semejantes» . Castel expresa manifiestamente su rechazo a la sociedad hipócrita y falsa y atribuye calificativos peyorativos a los miembros de esta sociedad (“recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones”, “individuo pernicioso”, “gentuza”, etc.) hasta llegar al extremo de decir que le hubiera gustado poder matar a más gente de esa sociedad absurda y horrible: «debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco» . La vida, según Juan Pablo Castel es un caminar despacio hacia la muerte, hacia la nada. La vida entonces es sinónimo del sin sentido, del tedio. Dice: «A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil» . De este testimonio, emana no solamente un pesimismo profundo y una gran amargura, sino también una angustia y una crisis existencialista que apunta el carácter de inutilidad de la vida (“comedia inútil”). Gradualmente, crece en su seno atormentado un sentimiento nihilista de rechazo profundo a todos los valores, a la sociedad cruel, injusta y sin piedad y también al otro, el prójimo que, para él, es la encarnación del vacío, de la vanidad y de la mentira. El resultado directo de esta actitud existencialista, de repugnancia y de rechazo hacia todo es: la falta de la comunicación y la soledad existencial. El hombre se refugia en la soledad y se transforma en un ser aislado al mundo, que vive en su burbuja diminuta, en un túnel oscuro, para evitar la cara horrorosa de la sociedad. De ahí, el dialogo se convierte en monólogos interminables y el individuo bucea en un mar de interrogantes existenciales. Poco a poco, la brecha que separa los dos mundos (el mundo interior y el mundo exterior) se hace mayor hasta el choque cada vez más brutal con una realidad absurda que no le representa en nada, y no corresponde a sus expectativas: En este momento la persona se hunde en el vacío. De ahí, nace una voluntad desesperada de encontrar “otra realidad” tan real como la exterior, una realidad surreal que le permite reconciliarse consigo mismo y sobre todo con el mundo: en nuestro caso la realidad anhelada es la realidad de la fantasía y del amor intenso. Esta postura nos recuerda los postulados del surrealismo que promulgan que la verdadera vida es la vida de los sueños, de la fantasía y del amor. A continuación, veremos la concepción del amor destructivo que tenía Juan Pablo Castel, recurriendo siempre a la doctrina surrealista.
La Otredad y el amor loco
El amor descrito en la novela es un amor oscuro muy intenso. Este arte de amar que casi roza con el misticismo, es un amor que da vida pero que también mata. La otredad del ser es un concepto filosófico que apunta a una forma potente del sentimiento pasional y que consiste en ser el reflejo del otro, dicho de otro modo, dos personas se fusionan el uno en el otro y se convierten en una sola persona. En este contexto, Teodosio Fernández, sostiene que el surrealismo es «un nuevo intento de revelar la otredad, de rescatar la plenitud primigenia y de transformar la realidad por medio del amor y de la literatura, o del amor en la literatura, pues nada como el deseo y la pasión para conciliar contrarios e integrar el universo» . En efecto, resulta difícil poder entender el amor atormentado del protagonista sin recurrir al concepto de “la otredad” que ha sido desarrollado y explicado detalladamente por el escritor y crítico literario mexicano Octavio Paz. Pues, en este concepto, Octavio Paz nos enseña que el hombre es un ser incumplido: es un ser en perpetua carencia, que busca siempre llenar el vacío, la soledad y el abandono (pensemos en el caso de Juan Pablo Castel que responde perfectamente a estas condiciones). La individualidad del ser se logra solamente cuando el uno (ser) sale de sí mismo, se busca en el otro (el prójimo) y, por último, estos dos entes se reconocen mutuamente y se fusionan. En otras palabras, para Octavio Paz, cada persona es una búsqueda de sí mismo, pero sobre todo del otro, su mitad perdida y a la que está en perpetua carencia. Enamorarse de una persona consiste en encontrar esta parte perdida en la otra persona amada, ver esta parte erguida en otra persona. Naturalmente, el hombre se halla solitario, angustiado, buscando a ese otro que lo completa y le permite alcanzar la plenitud tan anhelada. Aplicando estas ideas a nuestra novela: Antes de conocer a María, el pintor era un ser desesperado, solitario, un ser errante en un mundo al que no le parece en nada y al que no pertenece, pasaba el tiempo preguntándose: qué sentido tiene la vida y esperando algún gesto, algún llamado, u incluso un signo para poder seguir agarrando la cuerda de la vida. A pesar de ser un pintor famoso y reconocido por la crítica que ha sabido valorar positivamente su obra artística; sin embargo, ni siquiera este logro laboral lo hace sentir satisfecho. La satisfacción que él busca es una persona que sienta lo que sienta el pintor en sus cuadros, que sea un reflejo vivo de su personalidad. Le dan igual los premios y los elogios porque este mundo real no le importa. Necesita encontrar personas que lo entiendan, que le parezcan: «me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA (…) Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté» .
Si ahondamos más en nuestro análisis, nos damos cuenta que la idea del amor está estrechamente relacionada con la escena del cuadro. En efecto, el pintor ha dibujado un cuadro que le presenta profundamente, que es el reflejo vivo de su alma en pena, sin embargo, nadie se había fijado en esta obra, ni siquiera los críticos de arte: Había una sola persona que ha sabido captar su vibración secreta y esa persona es María. En este momento, el pintor se dio cuenta que habrá encontrado su alma gemela, el amor de su vida, la única persona que le podía entender casi sin palabras. Hablando de María, el pintor confiesa: «Sentí lo que muchas veces había sentido desde aquel momento del salón: que era un ser semejante a mí» . Y añadiría: «Bastaba que nos miráramos para saber que estábamos pensando o, mejor dicho, sintiendo lo mismo» . Y esa plenitud, armonía y sed incontrolable de comunión ha sido vivificada por María también quien declara lo siguiente: «A veces me parece como si esta escena la hubiéramos vivido siempre juntos. Cuando vi aquella mujer solitaria de tu ventana, sentí que eras como yo y que también buscabas ciegamente a alguien, una especie de interlocutor mudo. Desde aquel día pensé constantemente en vos, te soñé muchas veces acá, en este mismo lugar donde he pasado tantas horas de mi vida» .
Toda la novela gira alrededor del cuadro que tiene una alta carga simbólica: En efecto, la ventana simboliza el marco de trascendencia hacia otra realidad, el marco de evasión hacia una nueva vida más vida. Playa solitaria y mujer que miraba el mar, el vacío, con una mirada de nostalgia, esperando algún llamado remoto, esperando la salvación, concretamente el llamado del amor. Este cuadro de la ventana es la proyección y la fiel representación del alma dolorida del artista, de su propia vida, de su angustia, de su profunda soledad y desesperanza debidas a la ausencia del amor en su vida. El mar es el símbolo de la soledad, el llanto, el reflejo de la soledad humana. El cuadro es el reflejo del mismo pintor Juan Pablo Castel quien confiesa que: «Esa escena de la playa me da miedo… quiero decir que me representa más profundamente a mí» .
La mujer dando la espalda y dejándose llevar por lo abierto, el horizonte o el mar, es una imagen muy sugeridora. Esta mujer con esta postura separa dos mundos (Un mundo superficial: la sociedad y un mundo profundo: su alma en pena): es una mujer que ha fracasado en la sociedad, en el mundo real y quiere evadirse hacia otros horizontes. Esta mujer es María.
Si María se identifica con este cuadro, ya que, tiene rasgos comunes con la mujer solitaria pintada, entonces María pertenece al pintor, es suya. Ella es la única persona que ha sabido captar la vibración de su llamado. Ella es el reflejo de él, porque él se ha encontrado en ella. Esta parte que le faltaba antes era suya: era María. Ella es la encarnación y la personificación de él en otra persona. Con María, el pintor sale de un estado de incomunicación hacia un estado de comunicación. De ahí, nacen los instintos de exclusividad, de posesión y de obsesión. El pintor quería apoderarse de María, transformándola en su objeto para manejarla y poseerla plenamente:
«¡Cuánto la comprendía y qué maravillosos sentimientos crecieron en mí con esta carta! Hasta el hecho de tutearme de pronto me dio una certeza de que María era mía. Y solamente mía: «estás entre el mar y yo»; allí no existía otro, estábamos solos nosotros dos, como lo intuí desde el momento en que ella miró la escena de la ventana» . Sin embargo, María también era un ser hermético, pesimista, vivía en una oscuridad e insatisfacción profundas, caminaba a tientas dentro de un túnel, pero no en el mismo túnel del pintor. Al no poder ganarla, domarla, poseerla, Juan Pastel se sintió devastado por una ola de frustración, de resignación y de impotencia, decidió matarla: «Tengo que matarte, María. Me has dejado solo». Esta revelación es clave, ya que, pone de relieve el carácter circular de la novela: la novela ha arrancado con un estado de soledad sin igual, que para combatirla, el protagonista se ha refugiado en el amor, en esta fase el protagonista conoció la plenitud del alma y por eso no aceptó volver a la fase inicial de la soledad y de la incomunicación. Ángel Leiva sostiene que: «El hombre está angustiado porque vive en incomunicación, padece como nunca su propia soledad. El amor planteado como comunicación, aparece en la novelística actual como paradigma de la incomunicación total… la desesperanza surge, entonces, frente a la comprobación real del fracaso de toda comunicación posible» .
Para expresar su trágico estado de soledad, Juan Pablo Castel admite desesperadamente: «en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida» y más adelante, añade: «Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que había imaginado» .
Locura, delirios, sueños e insomnios nocturnos
El simbolismo onírico: el lenguaje de los sueños
Hablando de Ernesto Sábato y de sus creaciones literarias que son una proyección del mundo interior del personaje y que se manifiestan a partir de sueños, delirios, locura; Sergio Ricardo Peñaranda comenta: «Sus novelas se convierten entonces en una expresión del inconsciente y una evidencia de la angustia del hombre inconforme con la realidad, lo que evidencia la influencia surrealista en su arte».
En esta novela psicológica, Ernesto Sábato nos sumerge en el mundo inconsciente del protagonista, desnudando por completo su alma trastornada. En varios pasajes de la novela, Ernesto Sábato nos expone minuciosamente los monólogos solitarios del pintor, sus sueños e insomnios nocturnos, sus delirios, dudas y locuras permanentes, dada la ausencia de comunicaciones reales con su entorno exterior.
Sigmund Freud, el padre de la psicología, consideraba los sueños como la vía que nos comunica con las fuerzas subterráneas. En efecto, el sueño es el lenguaje simbólico del inconsciente. Durante el estado del dormir, el alma parece hablar un lenguaje totalmente distinto del ordinario. Para explicar y descifrar los sueños, se recurre a menudo a la mitología y a la simbología ya que los sueños comunican a través de un vocabulario o un lenguaje simbólico y figurativo. A través de su obra La interpretación de los sueños, Freud pretendía penetrar en el lenguaje onírico, y descubrir todos los procesos dominados por el inconsciente y la desfiguración de los deseos reprimidos que se plasman en los sueños. De una manera semejante, intentaremos penetrar en la naturaleza de los sueños de Juan Pablo Castel apoyándose en la mitología y en el lenguaje simbólico, elementos que nos permitirán indagar y sacar una mejor lectura del lenguaje del inconsciente del pintor Juan Pablo Castel.
Veamos el siguiente pasaje:
Tuve este sueño: visitaba de noche una vieja casa solitaria. Era una casa en cierto modo conocida e infinitamente ansiada por mí desde la infancia, de manera que al entrar en ella me guiaban algunos recuerdos. Pero a veces me encontraba perdido en la oscuridad o tenía la impresión de enemigos escondidos que podían asaltarme por detrás o de gentes que cuchicheaban y se burlaban de mí, de mi ingenuidad. ¿Quiénes eran esas gentes y qué querían? Y sin embargo, y a pesar de todo, sentía que en esa casa renacían en mí los antiguos amores de la adolescencia, con los mismos temblores y esa sensación de suave locura, de temor y de alegría. Cuando me desperté, comprendí que la casa del sueño era María .
Este sueño lleva la clave de su enigma descodificada por el propio Castel. En este sueño, María simboliza una casa remota. En su obra La interpretación de los sueños, Freud analizaba descodificaba e interpretaba los sueños de sus pacientes y algunos sueños suyos y con esta práctica daba inicio a una nueva disciplina, el psicoanálisis. En este libro, Freud aseguraba que las habitaciones simbolizan a la mujer, dice: «Las habitaciones son casi siempre en el sueño mujeres» . La casa es el hogar, el cobijo, es la estabilidad y la ternura, elementos que faltan en la vida del pintor y a los que anda buscando desesperadamente.
Es, sumamente, relevante la frase: «Era una casa en cierto modo conocida e infinitamente ansiada por mí desde la infancia, de manera que al entrar en ella me guiaban algunos recuerdos». El pensamiento surrealista estipula la posibilidad de haber una comunicación misteriosa entre subconscientes y visiones nocturnas, una conexión entre almas, es decir una relación telepática , por eso, Castel estaba convencido de haber conocido a María desde hace mucho tiempo, en otra vida, en otro tiempo.
Después de estos sentimientos reconfortantes, de pronto, Castel empieza a sentirse acechado por la presencia de fantasmas de diferente tipo:
-“enemigos escondidos que podían asaltarme por detrás”: son sus rivales que amenazan y perturban su tranquilidad y pueden ser los amantes de María.
-“gentes que cuchicheaban y se burlaban de mí, de mi ingenuidad”: podría ser la gente que sabe la verdad de María y sus caprichos pasionales como la mucama u incluso Hunter, el amante de María.
Como podemos constatar, las inquietudes, las dudas y los temores que experimenta Castel a lo largo del día, afloran por la noche bajo la forma de sueños (pesadillas) nocturnas. Los surrealistas nos han enseñado que el contenido de los sueños se nutre principalmente de todos los sucesos vividos en la vida diurna: ideas, pensamientos, juicios, imágenes visuales y sensoriales, todos los detalles de la vida de vigilia se almacenan en la mente y el inconsciente se sirve de este bagaje en los sueños y, por lo tanto, las imágenes oníricas serían como una prolongación, continuación o deformación de la realidad. Lo ha explicado mejor Freud: «El sueño no actúa nunca con nada que no sea digno de ocupar también nuestro pensamiento despierto, y que las pequeñeces que no llegan a atraer nuestro interés durante el día son también impotentes para perseguiros en nuestro sueño» .
Para terminar, es destacable la frase «a veces me encontraba perdido en la oscuridad», perdido en el laberinto de sus pensamientos y razonamientos: Juan Pablo Castel es una persona que lo calcula todo y ha elegido la ruta de la razón para llegar a la verdad absoluta de las cosas, sin embargo, con esa actitud ha empezado a cavar su propia tumba y a correr absurdamente hacia la nada, ya que la verdad absoluta no existe, es una ilusión, una utopía.
Nos parece interesante analizar el segundo sueño de Castel, que dada su importancia juzgamos apropiado citarlo entero:
DESPERTÉ tratando de gritar y me encontré de pie en medio del taller. Había soñado esto: teníamos que ir, varias personas, a la casa de un señor que nos había citado. Llegué a la casa, que desde afuera parecía como cualquier otra, y entré. Al entrar tuve la certeza instantánea de que no era así, de que era diferente a las demás. El dueño me dijo:
—Lo estaba esperando.
Intuí que había caído en una trampa y quise huir. Hice un enorme esfuerzo, pero era tarde: mi cuerpo ya no me obedecía. Me resigné a presenciar lo que iba a pasar, como si fuera un acontecimiento ajeno a mi persona. El hombre aquel comenzó a transformarme en pájaro, en un pájaro de tamaño humano. Empezó por los pies: vi cómo se convenían poco a poco en unas patas de gallo o algo así. Después siguió la transformación de todo el cuerpo, hacia arriba, como sube el agua en un estanque. Mi única esperanza estaba ahora en los amigos, que inexplicablemente no habían llegado. Cuando por fin llegaron, sucedió algo que me horrorizó: no notaron mi transformación. Me trataron como siempre, lo que probaba que me veían como siempre. Pensando que el mago los ilusionaba de modo que me vieran como una persona normal, decidí referir lo que me había hecho. Aunque mi propósito era referir el fenómeno con tranquilidad, para no agravar la situación irritando al mago con una reacción demasiado violenta (lo que podría inducirlo a hacer algo todavía peor), comencé a contar todo a gritos. Entonces observé dos hechos asombrosos: la frase que quería pronunciar salió convertida en un áspero chillido de pájaro, un chillido desesperado y extraño, quizá por lo que encerraba de humano; y, lo que era infinitamente peor, mis amigos no oyeron ese chillido, como no habían visto mi cuerpo de gran pájaro; por el contrario, parecían oír mi voz habitual diciendo cosas habituales, porque en ningún momento mostraron el menor asombro. Me callé, espantado. El dueño de casa me miró entonces con un sarcástico brillo en sus ojos, casi imperceptible y en todo caso sólo advertido por mí. Entonces comprendí que nadie, nunca, sabría que yo había sido transformado en pájaro. Estaba perdido para siempre y el secreto iría conmigo a la tumba .
En esta novela, las visiones oníricas son relevantes. En el presente sueño que tiene un espíritu kafkiano de metamorfosis, el pájaro constituye una imagen mágica y fabuladora. Es un ser alado que tiene una carga semántica y simbólica importante y variada. Hay que partir de la idea de que los pájaros son como mensajeros o portadores de mensajes del mundo interior. En este contexto, según Cirlot: «En los cuentos de hadas se encuentran muchos pájaros que hablan y cantan, simbolizando los anhelos amorosos, igual que las flechas y los vientecillos. También pueden ser los pájaros amantes metamorfoseados» .
Podemos señalar que soñar con un pájaro puede aludir a un deseo amoroso reprimido o no realizado en la vida real, sobre todo que este sueño viene después de una gran confrontación con María que ha terminado por arrasar a los restos de una relación agonizante.
Por otro lado, el pájaro en este sueño puede adquirir otra significación más importante que es la incomunicación: Castel ha vivido siempre marginado a la sociedad y en un estado de incomunicación absoluta. La imagen del pájaro que habla pero que no comunica nada es muy dramática y reveladora y apunta al destino trágico de pintor de incomunicación e incomprensión duraderas. Es un bicho invisible y marginado por sus semejantes.
Un dato interesante que debemos mencionar es que Castel siempre se coloca en la esfera de la víctima, proyectando la teoría del complot: En la vida real es engañado por María y en los sueños es engañado por un mago malvado unas veces, y otras, por unos enemigos escondidos que asaltan por detrás, u incluso por gentes que cuchichean y se burlan de él.
El suicidio
Otra manifestación surrealista en Sábato se evidencia en el cultivo del tema del suicidio. El suicidio, dentro del espíritu surrealista se consideraba como un acto heroico, ya que libera el alma de una tortura inaguantable. Según Gerald Langowski: «El suicidio es característico de muchos surrealistas franceses y llegó a tener el aprecio de un acto noble. Bretón declaró que el suicidio puede ser un acto legitimo si el artista cree que su único desafío contra el mundo puede ser la destrucción de sí mismo. Tal acto llegó a ser el símbolo del espíritu rebelde y nihilista del movimiento surrealista. El número de suicidas entre los surrealistas es bastante alarmante» .
En este marco de cosas, Ernesto Sábato ha evocado el tema del suicidio varias veces: Castel y María se sentían atraídos por la idea del suicidio, el ex novio y el marido de María se han suicidado. El suicidio es una forma de evasión de todo lo feo de la existencia humana. La crisis interior del protagonista va aumentando gradualmente hasta llegar al pico de la locura y solo se presentan dos opciones aniquiladoras: matar o matarse.
Veamos la postura de Juan Pablo Castel frente al suicidio:
en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean … Me senté por ahí y lloré. El agua sucia, abajo, me tentaba constantemente: ¿para qué sufrir? El suicidio seduce por su facilidad de aniquilación: en un segundo, todo este absurdo universo se derrumba como un gigantesco simulacro, como si la solidez de sus rascacielos, de sus acorazados, de sus tanques, de sus prisiones no fuera más que una fantasmagoría, sin más solidez que los rascacielos, acorazados, tanques y prisiones de una pesadilla .
La vida pierde todo sentido, recordemos el caso de Allende, el marido de María, quien tras enterarse de la muerte de su mujer y de sus reiterados engaños, se agita su interior y de una persona tranquila y sana, pasa a la extrema desestabilidad. La única palabra que ha pronunciado y repetido antes de quitarse la vida, es “insensato”. La vida, de golpe, se torna absurda e insensata. Allende no ha soportado el peso de la noticia, de la verdad, que le ha sacudido por dentro y ha sembrado en él dudas e inquietudes. En unos segundos, supera su ceguera y ve los problemas existenciales y nada más tener contacto con la realidad, con la razón, comete el suicidio. Dice Castel: «La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así, una especie de despertar» .
El suicidio, en este sentido, libera, es una muerte salvadora, por eso, atrae la idea del suicidio (“me dejo acariciar por la tentación del suicidio”, “el suicidio seduce por su facilidad de aniquilación”). Apoyando estas ideas, el profesor Gershman confirma que: «El suicidio, sin embargo, junto con otras evasiones, es una posible solución a la vida, un rechazo del presente en favor de un paraíso hipotético» .
Conclusión:
Después de este somero recorrido por la novela El Túnel, podemos decir que ésta última responde a varios postulados del movimiento surrealista francés. En este punto, cabe precisar que estos rasgos surrealistas presentes en la novela se hallan mezclados con otros movimientos, notoriamente se destaca el existencialismo (pensemos exclusivamente en el tema del suicidio o de la soledad que son temas profundamente existencialistas).
Las concomitancias de esta novela del escritor argentino con los postulados del movimiento surrealista son múltiples. En este trabajo, hemos intentado destacar algunos que son: el amor loco, el concepto surrealista de la otredad, los sueños y el simbolismo onírico y el suicidio.
Este estudio nos permitió observar cómo Ernesto Sábato profundiza en los tenebrosos abismos del yo, cómo bucea en el lado oscuro del hombre, en lo que se denomina el subconsciente, ahí donde radica la verdad desnuda y el pensamiento puro, y se manifiestan las contradicciones y escisiones innatas del ser. Esta inmersión en el mundo interior y en la psicología del protagonista nos permitió bucear en los pensamientos, razonamientos, sueños y delirios de Juan Pablo Castel y hemos podido averiguar que los sueños nocturnos son una fiel proyección del “funcionamiento real del pensamiento”, como dirían los surrealistas, de la persona. La oscuridad del alma del protagonista se refleja sin tapujos en el contenido de sus sueños. Podemos concluir entonces, que la vida diurna y la vida nocturna se presentan como “dos vasos comunicantes” (en palabras de André Bretón).
Por otro lado, a partir de este trabajo, hemos podido comprobar, a través de la experiencia destructiva de Juan Pablo Castel, que la gran lección de los surrealistas sobre la razón es bastante verídica y que, en la materia de sentimientos pasionales, no es precisamente la razón la que nos ilumina y guía hacia el buen camino de todo lo sublime, sino, más bien, la ruta que parte del corazón, de los instintos y de los sueños.
Bibliografía:
-BRETON, André, Manifieste surréaliste, Ed., Gallimard, París, 1972.
-FERNÁNDEZ, Teodosio, La poesía hispanoamericana del siglo XX, Ed., ANAYA (Primera edición), Madrid, 1991.
-FREUD, Sigmund, Los textos fundamentales del psicoanálisis, Ed., Altaya (Traducción y adaptación al castellano: Luis López Ballesteros, Ramón Rey y Gustavo Dessal), Barcelona, 1993.
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