LA NARRATIVA DE NAJAT EL HACHMI

LATIFA LAAMARTI

DOCTORA EN LENGUAS  Y LITERATURAS HISPÁNICAS

Resumen:

Najat El Hachmi es una escritora amazigh que aunque escribe en lengua ajena, su literatura  no deja de ser marroquí. La autora se libera en sus novelas y narra sus historias con un estilo realista, en un monologo interior continuo y desde una perspectiva reflexiva critica. Es profunda la crítica que hace al machismo dominante en los dos mundos a los que ella pertenece, al racismo y al eurocentrismo que afectan de forma directa a los inmigrantes no europeos. 

Resumé:

Najat El Hachmi est une écrivaine amazighe que malgré le fait d’écrire en langue étrangère, son ouvrage ne cesse d’être marocain. L’écrivaine se libère et raconte ses histoires avec un style réaliste, en un monologue intérieur continue y depuis une approche réflexive critique. Elle est profonde sa critique au machisme, au racisme et a l’eurocentrisme que affecte surtout les immigrants non européens.

Como bien es sabido, la producción literaria marroquí en español es bastante extensa y de interés. Es una literatura que, a nuestro juicio,  se ha impuesto por su calidad de escritura,   su riqueza  lingüística y  su  diversidad temática entre otros.   En  definitiva, es una literatura que difiere bastante de aquella escrita por españoles  ya que plantea  una forma  de escribir y  un modo de pensar desde categorías  propiamente marroquíes,   una literatura con  otros contenidos   culturales muy arraigados que no pueden  pasar  desapercibidos.    De hecho,  muchos de esos  escritores marroquíes   fueron galardonados por premios de suma importancia y sus obras se venden y se leen dentro y fuera de Marruecos.  Citemos,  a título de ejemplo, a un  nombre  muy  conocido hoy por hoy  que es  Najat El Hachmi, una  joven escritora rifeña  cuyas obras de auto ficción escritas en catalán  se destacan  por  su madurez y su gran calidad narrativa. Es una de las escritoras marroquíes amazighs que seguramente    aportaron mucho al español y enriquecieron la literatura escrita en este idioma. En esta comunicación, les invitamos a hacer un recorrido por la obra de esta escritora y a descubrir algunos de sus peculiaridades o rasgos distintivos en cuanto a la temática tratada, la perspectiva adoptada y al lenguaje mismo que usa. Creemos que  Najat El Hachmi ofrece una literatura que, verdaderamente, más allá de denunciar, invita a reflexionar crítica y profundamente sobre temas de interés como son la educación sexista, el patriarcado como herencia cultural y colonial, el racismo,  así como las desigualdades  e injusticias  que afectan, de forma directa, a los inmigrantes no europeos; de ahí nuestro interés por esta joven escritora.

A modo de introducción al tema que nos ocupa, quisiera  hacer  algunas  reflexiones inherentes sobre la lengua, ya que estamos hablando de escritores que eligieron expresarse con una lengua ajena a ellos. Sabemos que la lengua es una seña de identidad, la más importante, y tiene vínculo estrecho con la economía. Por  eso el colonizador europeo siempre se ha empeñado en imponer sus esquemas idiomáticos considerados como “universales”, es decir que garantizan una comunicación universal. Conscientes de ello, los intelectuales marroquíes que se expresan en español procuraron ofrecer una literatura que, aunque está escrita en la lengua extranjera,  no deja de ser  marroquí en cuanto a su contenido temático,    sus problemáticas sociales, sus imágenes literarias, su imaginario cultural colectivo. Es una literatura, diríamos, con identidad cultural propia. Ahmed El Gamoun afirma al respecto que: “El hecho de  escribir en español no me hace perder mi identidad marroquí”. En este sentido, podríamos decir que los intelectuales marroquíes se expresan y crean en español y en catalán,  pero piensan a la marroquí. A  nuestro juicio, ellos escriben en castellano simplemente porque es la lengua que dominan por ser, la mayoría de estos escritores, profesores de español o inmigrantes residentes en España desde niños como es el caso de Najat  El Hachmi. En la obra de esta última vemos como está presente y con fuerza la cultura marroquí amazigh  expresada,  en muchas ocasiones, con la lengua materna ya que la autora se ve incapaz de encontrar correspondencia en la lengua extranjera, lo que muestra la riqueza  de la cultura   amazigh. Citemos algunos ejemplos al respecto:

Por unos instantes me he quedado colgada en esa traducción: ¿cómo tendría que llamar a la tetera de café? Zaghlasht, abarrad, tan nítidamente diferentes en nuestra-su lengua, y yo no soy capaz de encontrar la correspondencia.” La hija extraña p.18.[1]

“No es sartén, ya lo sé, es imsajja o imsajjar”

“Me ha costado tragarme los irqqusen, los trozos de pan con aceite” p.19

Llama la atención como la autora pasa de una lengua a otra, su  intento de  adaptar la lengua extranjera a contenidos culturales propios, su reflexión optimista sobre la traducción y como puede llevar al acercamiento de las dos realidades a las que ella pertenece. Con razón,  Cristian H. Ricci sostiene que los escritores marroquíes han dominado “el lenguaje para acomodarlo a su entorno personal, social, psicológico y cultural”[2]. Efectivamente, el español sirve, en este caso, a hablar de Marruecos y de los marroquíes, a representarlos en su “pluralidad lingüística, cultural y política[3]. En otras palabras, ellos se sirvieron de la lengua del otro para divulgar  lo propio más allá de las fronteras. Podríamos decir que la literatura marroquí en español es  pues, una forma de apoderarse del lenguaje del otro para dar a conocer sus propias historias contadas, por fin, desde su propio punto de vista, mostrando de esa forma que existen otros conocimientos, otras realidades y otros modos de pensar y de escribir sobre estas realidades. Para Najat El Hachmi la lengua es, además, una necesidad vital para “abrirse puertas” ya que el dominio de la lengua del país de acogida puede asegurar una cierta estabilidad laboral e inserción social. Y eso se debe, a nuestro juicio, a que el sistema dominante no reconoce en plano de igualdad otras lenguas que las europeas.

Como breve acercamiento a Najat El Hachmi (Nador,  1971) es una escritora marroquí  amazigh, licenciada en Filología árabe por la Universidad de Barcelona y colabora en la prensa y en diferentes emisoras radiofónicas. Entre sus obras destacamos: Yo también soy catalana (Columna, 2004). El último patriarca (Planeta, 2008), obra traducida a numerosas lenguas, como el inglés, francés, italiano, portugués, turco y rumano. Es de señalar que Najat El Hachmi recibió, por esta novela, el premio Ramón Llull 2008, el premio Ulysse y fue finalista del premio Méditerranée Étranger 2009. La cazadora de cuerpos, publicada simultáneamente en el 2011 en catalán y castellano. La hija extranjera, escrita en catalán. La búsqueda de la  identidad es una de las  preocupaciones  muy vigentes en las obras de Najat El Hachmi, sobre todo en La hija extranjera donde la protagonista, una joven inmigrante marroquí, nos acerca a la complicada realidad sociocultural y personal que vive desde su condición de inmigrante, una realidad amarga,  llena de contradicciones, de sentimientos de desarraigo, de no pertenencia. Llama la atención cómo la protagonista se debate entre lo que quiere ser, lo que su madre espera de ella y lo que el mundo de inmigración le impone, por ende estamos ante un serio problema de identidad. Al  principio, acepta casarse con su primo para hacer feliz a su madre pero luego se da cuenta de que eso no es su destino y decide finalmente huir  lejos de su madre, de todo lo que ella representa: la tradición, la religión, las normas machistas absurdas para ser lo que ella quiere, ser para ella misma.

Lo primero que destacamos de Najat el Hachmi es su osadía en expresarse y en exponer sus ideas. Najat El Hachmi se libera en sus obras y libera su pensamiento de todos los tabús  y  ataduras y cuenta, desde dentro, sus historias en un monólogo interior continuo como vemos en La hija extraña, El último patriarca  y Madre de leche y miel. Su estilo es muy realista, un realismo desnudo y crudo  que pone al descubierto verdades humanas e injusticias sociales, pues Najat El Hachmi narra desde una perspectiva plural reflexiva crítica que le permite cuestionar los esquemas socioculturales de los dos lugares a los que ella pertenece.  Es evidente su deseo de deshacerse de todas esas herencias culturales propias y otras coloniales que la tradición, las instituciones y las leyes  le imponen por su condición de  mujer y la de  inmigrante marroquí. Podríamos decir que la literatura que nos ofrece esta escritora  es utilitaria en el sentido de que se sirve de la escritura para dar a conocer otra realidad pensada y presentada al lector desde  la periferia.  Las tres obras mencionadas ponen el acento sobre cuestiones migratorias invisibilizadas para verlas y sentirlas desde el  punto de vista  del marginado, del oprimido que es el inmigrante no europeo. Como bien se sabe, la migración es un gran temario  harto tratado pero no deja de ser muy de actualidad y  Najat  lo aborda  desde una mirada distinta, profunda, muy suya. Su arte de narrar nos hace viajar por el mundo frustrante de los  inmigrantes marroquíes en España, sobre todo el de la mujer, para  conocer a fondo sus anhelos, sus preocupaciones, sus sentimientos de desarraigo y rechazo en un mundo en el que sentimos un cierto  choque cultural pese a que se nos llena la boca hablando de tolerancia, convivencia y diálogo entre culturas. Fijémonos, por ejemplo, en este pasaje:

“Cuando se acaba el debate, me entran ganas de marcharme de ese lugar, percibo en mi lengua un regusto a oxido que no sé, puede  que venga de la indignación que me ha entrado al ver que no me habían invitado para hablar de los problemas de los marroquíes sino de los problemas que provocan los marroquíes” (La hija extraña, p. 127)

Hemos aquí una crítica directa a lo que se  llama  “integración”, ese proceso  que las  instituciones y autoridades europeas se empeñan en llevar a cabo con los inmigrantes para que se adapten a sus leyes y sus modos de vida. La  autora  deja claro que a  España  no le interesa saber los problemas de los inmigrantes, y la integración es pensada para impedir cualquier comportamiento que pueda perturbar a los españoles en su cultura y su modo de vida. A  nuestro juicio,  lo de la  integración  no es otra cosa que hacer que el otro renuncie a  su propia cultura e identidad para adoptar las del país que le acoge. La crítica de la autora invita al lector a reflexionar, a su vez,  cómo funciona el mundo y preguntarse: ¿Por qué uno no puede  ser lo que verdaderamente es? ¿Por qué no se acepta al otro tal como es?  Evidentemente  porque el sistema del cual formamos parte coloca a Europa y a los europeos en el centro del mundo, y considera su modo de vida occidental como civilizado, por ende, el único válido para toda la humanidad. Pasajes como las que vamos a citar confirman lo dicho: 

“Solo por ser lo que eres, solo por haber nacido donde has nacido, estas destinada a no ser nada, que en tu ADN están inscritos el atraso y la inferioridad” (La hija extraña, p.88).

‘Los extranjeros nos tenemos que conformar, allá donde vamos tenemos que aceptar lo que los del lugar no aceptarían nunca” (Madre de leche y miel, p.166).  

Por eso la integración no se aplica a los inmigrantes europeos, a ellos ni siquiera  se les  consideran inmigrantes. Personalmente, siempre me preguntaba porque nosotros hemos de aprender y hablar las lenguas de los europeos no solo estando en su tierra sino también en la nuestra mientras que ellos no tienen esa obligación ni siquiera cuando inmigran a nuestro país. Walter Mignolo también hace la misma pregunta y responde hablando de sumisión como “el lado oscuro del proyecto habermasiano de inclusión”. Merece la pena citar su punto de vista que, verdaderamente, explica muy claro la situación diría yo de dependencia  en que estamos los países “tercermundistas” todavía sumergidos:

“La sumisión nombra la condición del inmigrante que debe cumplir las obligaciones impuestas por el Estado para poder beneficiarse –aunque con dificultades, como sabemos- de los derechos que el mismo Estado dice otorgarle a cambio de sus obligaciones. Esta dialéctica de derechos y obligaciones que se impone hoy en Europa debido a la llegada masiva de inmigrantes está sostenida en la misma lógica que se impuso desde el siglo XVI cuando misioneros, soldados y comerciantes llegaron a América, Asia y África. Este es el territorio marcado por la colonialidad del poder y la diferencia colonial”[4].

 Los europeos que viven en Marruecos, por ejemplo, conservan su modo de ser y estar  en el mundo, hablan su lengua, se visten como se les antoja, sus mujeres  se bañan en nuestras  playas pecho al aire, etc., y nosotros tenemos que aceptarlo en nombre de convivencia, apertura al otro o libertades personales. Ejemplos en la obra que denuncian  el eurocentrismo y el racismo dominantes son muchos:  el hecho de despedir a  mujeres  competentes solo “por  lo que llevan en la cabeza” (La hija extraña p 128 ), el hecho de  no aceptar  a los inmigrantes  como inquilinos; el hecho de utilizar a los propios inmigrantes como “moderadores” para contarles mentiras a sus compatriotas y convencerles así a aceptar sus  injustas leyes, etc.  La autora informa cómo el Ayuntamiento obliga a llevar a los niños de los  inmigrantes a centros lejanos de su casa bajo pretexto de que no hay plazas en escuelas más cerca mientras que en realidad los españoles: “no quieren que los marroquíes se concentren todos en el mismo colegio, porque se forman guetos y eso no es bueno” (La hija extraña p.188). Para  la autora, ese trabajo de moderadora es el peor del mundo, ya que le obliga a hacer cosas que no le parecen justas:

“Llego a casa agotada con mala sensación de haber hecho algo sucio o, como mínimo, injusto.  Eso es lo que ha decidido el ayuntamiento, repartir a los niños es la solución menos mala. Pues tendrían que explicárselo a esta madre deprimida, pienso, aunque de hecho ese es el trabajo que me toca hacer a mí, me utilizan para convencer a las familias de que acepten lo que las familias de aquí de toda la vida no aceptarían nunca”(La  hija extraña, p.190).

Por   ende, creemos que  lo de  interculturalidad es pura falacia, pura hipocresía de una España que se declara democrática, moderna, liberal y antirracista mientras que en realidad sigue observando al inmigrante como el “otro”  inferior. Queda claroque en los países   europeos no hay  una verdadera  cultura de respeto a  la diferencia del otro, pues el inmigrante si no llegue a aceptar y asimilar sus “leyes universales” quedará excluido, marginado y acabará  en un centro  lejano,  allí en la periferia:

Nos gustaban otros barrios, los de alrededor del centro, pero ya hemos visto que ahí nos rechazan siempre. Así que no nos ha quedado más remedio que buscar fuera del centro, al otro lado del rio, donde viven los de las oliva” (La hija extraña, p.95)

 Andrés Montaner Bueno y Eduardo Fernández sostienen que es precisamente  esa  cultura de rechazo a la diferencia la que causa “la desintegración cultural de los inmigrantes[5]. Yo diría que  es la que les  causa la crisis identitaria. Si nos fijamos en La protagonista de Hija extraña parece ser totalmente desarraigada, está siempre en busca de una identidad propia: “no seré más  para vosotros.  Desde ahora seré para mí. Para mí o para quien quiera, pero no para ninguno de los que me queréis sesgada, escindida”.  Es evidente  el deseo de liberarse del sentimiento de “no ser y no pertenecer”,  ser de dos lugares y no pertenecer a ninguno,  ni al país de acogida, “mi madre aun repite aquello de “esta es mi tierra” pero eso tiene para mi poco sentido” ni a su lugar de nacimiento ya que lo abandonó  muy niña: “Me siento,  de repente, huérfana de palabras, expulsada de la lengua. Al mirarme al espejo me veo lejos de aquí, yo sigo siendo la misma y por eso no me adapto, no me integro en la vida cotidiana del lugar por mucha quandura y muchos pañuelos que me pongan”( la hija extraña, p.41).

Compartimos aquí lo que dijo a propósito  el profesor Abdelkader Bousfanj: “Ser hija pero sin pertenecer es forzar una anclaje transgrediendo los parámetros consensuados que regulan toda pertenencia a una cultura[6]”. Es que la autora niega someterse, renunciar a lo que desea y lo que desea es ser ella misma. En este sentido, la obra resulta una reflexión profunda sobre la crisis de identidad que padecen los inmigrantes.  

Muy profunda también es la crítica que Najat El Hachmi hace al patriarcado. La mujer inmigrante marroquí sufre de un doble machismo: por un lado, está el machismo familiar que podríamos calificar de local, espontáneo  producto, diríamos, de una educación tradicional  no igualitaria basada muchas veces sobre falsas lectura del Corán. Este machismo aparece claro en El último patriarca. Por otro lado, el machismo colonial eurocéntrico institucionalizado  aparece cuando la autora habla de los cursos de alfabetización, costura y cocina que el Ayuntamiento organiza para las mujeres inmigrantes  porque “se supone que es lo que nos gusta y nos conviene”  (La hija extraña). Es decir, la mujer marroquí  inmigrante no solo debe  someterse a la voluntad de su esposo y padre, sino también a la del hombre europeo quien habla y decide por ella qué formación le convendría  más.  Por eso, cuando  decide ponerse  el velo, por ejemplo,  pierde su trabajo y se  excluye de la sociedad que presume ser moderna ya que eligió tener una identidad ajena a aquella que impone el hombre europeo y que se considera como ley universal; una identidad que no obedece a los cánones europeos de civilización y modernidad.

Concluyo esta comunicación diciendo que la escritura de Najat El Hachmi, si bien simple y sencilla, marca al lector por ese intenso contenido autobiográfico  que la caracteriza  y en el que se exponen profundos pensamientos y se exaltan  íntimos sentimientos. La obra de Najat El Hachmi incita a conocer y a comprender al otro,  a aceptar su diferencia sin valorarla, a abrirse al mundo y aceptarlo tal como es, con su diversidad y su pluralidad heterogénea. Es una literatura cuyo propósito principal es cambiar esa forma euro céntrica de pensar y concebir el mundo y el hombre. 

Y no hay que olvidar que la cultura de respeto a la diferencia  que fomenta la escritora es propia de la civilización islámica. En el Corán encontramos un versículo  que dice que  Dios nos creó  pueblos y tribus diferentes para conocernos. Conocer  al otro es imprescindible para que haya convivencia y respeto. 

Bibliografía

  • Ricci,  Cristian H., Hay moros en la costa Literatura marroquí fronteriza en castellano y catalán, Ediciones de Iberoamérica, 69 Vervuert, 2014, p.22.
  • …………………: “Najat El Hachmi y Laila Karrouch: escritoras marroquíes – amazighen – catalanas en el marco del fenómeno migratorio moderno”.  (Universidad de California, Merced).
  • ………………….: Literatura periférica en castellano y catalán. El caso Marroquí ediciones del Orto, 2000 Madrid.
  • El Hachmi, Najat, La hija extraña, Ediciones Destino, Barcelona, 2015 (Traducción de Rosa María Prats).
  • ………………….., La cazadora de cuerpos, Planeta (traducción de Ana Rita da Costa), Barcelona, 2001
  • …………………, Madre de leche y miel, Ediciones Destino, Barcelona, 2018,
  • ………………..,  El ultimo patriarca, Planeta, Barcelona, 2008.
  • “La imagen del otro” en: los escritores españoles y marroquíes en lengua española. Actas del Coloquio.   LITOGRAF.  Junio 2008,  Tánger.
  • Mignolo, Walter Historias locales/diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamientos fronterizos,   Akal,  Madrid,  2003, pp.33-34.
  • “Reflexiones sobre la construcción de la identidad cultural a partir del estudio de la novela La hija extranjera de Najat El Hachmi: implicaciones sociales y educativas”.  Europa: identidad, migración y exilio. Espéculo n° 56 UCM-2016.
  • Entre Najat el Hachmi y Said Kadaoui Moussaoui: De la pertenencia como cicatriz a la identidad como transgresión”.  Perspectivas de la Comunicación. 2017. Vol. 10. N° 2. pp. 171-188. Universidad de la Frontera. Chile.

[1] Najat El Hachmi, La hija extraña, Ediciones Destino, Barcelona, 2015. ( Traducción de Rosa María Prats)

[2]    Cristian H. Ricci, Hay moros en la costa. Literatura marroquí fronteriza en castellano y catalán, Ediciones de Iberoamérica, 69 Vervuert, 2014,  p.22.

[3] Ibídem

[4] Walter Mignolo, Historias locales/diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamientos fronterizos,   Akal,  Madrid,  2003, pp.33-34.

[5]Reflexiones sobre la construcción de la identidad cultural a partir del estudio de la novela La hija extranjera de Najat El Hachmi: implicaciones sociales y educativas”.  Europa: identidad, migración y exilio. Espéculo n° 56 UCM-2016.

[6]Entre Najat el Hachmi y Said Kadaoui Moussaoui: De la pertenencia como cicatriz a la identidad como transgresión”.  Perspectivas de la Comunicación. 2017. Vol. 10. N° 2. pp. 171-188. Universidad de la Frontera. Chile.p.176.

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