EL ESPAÑOL COMO CONCIENCIA DE MI IDENTIDAD CULTURAL MEDITERRÄNEA Y UNIVERSAL

CONGRESO “LA FRONTERA LÍQUIDA”

Córdoba, 25-26 noviembre de 2019

Ponencia de El Gamoun Ahmed

 Profesor Universidad  Mohammed I, Oujda (Marruecos)

 “¡No hay otro yo en el mundo!…esta es la única base sólida  del amor entre los hombres, porque tampoco hay otro tú que tú, ni otro él que él”. Miguel de Unamuno, Vida de Don Quijote y Sáncho.

  • La presencia del “otro” ¿una limitación o una expansión?

Como consecuencia de una cultura que se presume “castiza” o universal, la relación con el “otro” se percibe como una presencia amenazadora y perjudicial del “yo”. Por eso la relación que se establece entre ambas identidades es una relación conflictiva, de sospecha y de exclusión, que acaba tomando una forma vertical de “dominante” VS “dominado”. En esta atípica relación antagónica el dominante aplasta y anexiona culturalmente al dominado, imponiéndole su punto de vista, e incluso su propia visión del mundo, en nombre de un “yo supremo” que erige como la única e insustituible referencia. Conforme a esta relación vertical crearon nuestros escritores de la época del Protectorado, especialmente los francófonos, que fueron al principio una especie de “garganta prestada”. Una gran parte de estos escritores “pioneros” aprehendieron su propia realidad sociocultural adoptando los mismos esquemas y arquetipos consagrados por la antropología colonial. Paradójicamente, después de la Independencia, estos escritores, incluyendo naturalmente todos los de los del Magreb, tomaron una posición antinómica frente a la lengua del “otro” y a su cultura calificándolas de “botín de guerra” como para calmar una conciencia atormentada por haber elegido expresarse en una lengua que no es suya.

Sin embargo, unos críticos francófonos magrebíes de gran talento como Abdel Kebir Khatibi, han conseguido cambiar esta relación conflictiva en otra más amena y afectiva. Según el profesor y crítico Abdeljlil Lahjomri hace falta pasar de esta “batalla de signos” a una especie de osmosis y acoplamiento entre estos signos porque su batalla los empobrece y los banaliza. El problema para él consiste en “¿ cómo y qué hacer para que las culturas de los demás, “el otro”, enriquezcan la mía, “el yo”, y que mi propia cultura o identidad siga igual y al mismo tiempo plural”(Lahjomri,p.25). Esta nueva relación solicitada, es una relación horizontal de inclusión en que el “otro” ya no es sólo un mero espejo en que el “yo” se complace de una manera narcisista en ver reflejada su propia imagen, sino una posibilidad de continuación y ensanchamiento: “me ensancho, me ensancho” reiteraba Gabriel Celaya en uno de sus poemas. Por eso Khatibi califica a estos escritores que han elegido escribir en otra lengua que no es suya de “los tejedores de símbolos” porque se mueven en las fronteras de dos culturas y facilitan su intercomunicación y, por ende, un diálogo pacífico entre el “yo” y el “otro”.

  • La Fortuna de los Hispanistas Magrebies.

La mayoría de los hispanistas magrebíes  pertenecemos afortunadamente a la etapa poscolonial, que no perciben el legado del Protectorado como una herencia totalmente negativa que hace falta irradicar, sino como una nueva ventana abierta sobre el mundo que nos permite asomarse al “otro” como una posibilidad enriquecedora del “yo”. Una oferta histórica de incontestable valor sobre todo cuando se trata de nuestra relación como magrebís con la lengua de Cervantes. Nuestra relación con la lengua y la cultura hispánicas lejos de ser una mera contingencia histórica, es un reencuentro con una identidad y una memoria compartido pero alterado por los avatares de una larga historia de ignorancia y de olvido. En este sentido, escribir en español no debe considerarse como un intento del “yo” para adquirir una carta de reconocimiento por parte del “otro”, es algo más, un deber que incumbe a ambos y que consiste en volver a resucitar y recuperar aquella memoria común en que se interfieren las fronteras culturales. A este nivel, escribir en español ayuda a disipar los antiguos arquetipos y los prejuicios que nos impedían mirarnos cara a cara, es decir convivir horizontalmente entablando una relación de inclusión y no de exclusión.  Al referirse a nuestra cultura, Khatibi habla de un “Maghreb pluriel” que “hace falta escuchar resonar  en toda su pluralidad lingüística, cultural, política…”(Khatibi, 39). La Lengua de Cervantes, que constituye una faceta importante de esta pluralidad, nos permite además tener conciencia de que ya no somos sólo beréberes o árabes, sino de algo que se llama el Mediterráneo eslabón de unión entre Oriente y Occidente, entre Europa y África…En compendio, somos universales. Entonces, ¿dónde se aprehenden las fronteras entre el “otro” y el “yo”?. No obstante, esta universalidad no quiere decir uniformidad que puede eclipsar toda una identidad forjada a lo largo de la Historia por factores ajenos a la voluntad de cada uno. Por lo que Lahjomri nos advierte que “ante este peligro de los fines que nos amenaza, salvaguardar, proteger y promover la diferencia es un deber de cada uno y de todos, de los individuos como de las instituciones que militan a favor de los derechos del hombre a ser sí mismo”( Lahjomri,22). Esta diferencia sin constituir un obstáculo entre el “otro” y el “yo”, contribuye al contrario a su mutuo enriquecimiento.

  • La invitación de las Sirenas

Para llegar a este nivel de una fructífera cohabitación al elegir escribir en la lengua del “otro”,  hace falta adoptar una estrategia frente a esta ineludible pregunta: “¿cómo y qué hacer para que las culturas de los demás enriquezcan la mía y que mi propia cultura o mi identidad siga una y al mismo tiempo plural?”(Lahjomri, 25). Conforme a las ideas de Franz Fanon, la trampa en puede incurrir el “yo” es cuando consigue liberarse de la aplastante dominación del “otro” y, de de una manera inconsciente, lo erige como el principal modelo que se debe imitar. En el ámbito de la creación esto se traduce por adoptar su cosmovisión, reproducir sus imágenes e incluso sus esquemas mentales, sus categorías ligüísticas y gramaticales. Dicho de otro modo, intenta afanosamente convertirse en su imagen escaneada. Es un tipo de escritor alienado sin identidad que, en vez de enriquecer al “otro”, le devuelve su imagen desdibujada como fracaso de su ahínco de identificarse con la original. En este caso la responsabilidad cae en gran parte sobre el “otro” para aniquilar o rescatar al “yo” que ha elegido su lengua para expresarse:

  1. El “otro” es aniquilador del “yo” cuando, movido por su egoísmo y orgullo se complace en ver su imagen reproducida de una manera halagüeña en la escritura de este último. Aunque es una actitud empobrecedora, el “otro” la asume y la anima con elogios y premios porque consigna su superioridad y confirma sus prejuicios.
  2. El “otro” puede rescatar al “yo” cuando no sucumbe a las falsas imágenes que le brindaba y las rechaza mediante una crítica racional, orientadora e instructiva. En este caso el “otro” debe solicitar del “yo” ser auténtico sin retoques ni disfraces para llegar a conocerle mejor. Es una responsabilidad que incumbe a los dos: desenmascararse y asumir sus diferencias no como dos entidades antinómicas, sino complementarias como las caras de una misma moneda.

Dentro de esta armoniosa y equilibrada relación entre el “otro” y el “yo” me siento proclive a la escritura en español por la facilidad que me ofrece la lengua de Cervantes para liberarme de la tentación de esta pareja infernal: la uniformidad y la identidad estéril. Es decir, tener conciencia de mi dimensión cultura plural que me enlaza con otros espacios y otros pueblos como ser universal y, al mismo tiempo, singular.

Breve bibliografía:

Lahjomri, Abdeljlil (2007), A vrai lire, Ed. Marsam, Rabat.

Fanon, Franz (1978), Les damnés de la terre, Ed. Maspero, Paris.

Khatibi, Abdelkebir (1983), Maghreb pluriel, Ed. Smer Donoël, Rabat.

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